Hace varios años que estudio Ciencia Cristiana y he recibido ayuda varias veces mediante el consagrado trabajo de practicistas de la Ciencia Cristiana.
Un día caí enfermo con una enfermedad contagiosa que muchas personas tenían en aquel tiempo. Noté que a pesar de mis oraciones y esfuerzos para superar el miedo y eliminar la enfermedad, ésta se había extendido poco a poco por todo mi cuerpo. Llegué a tal estado, que no podía descansar ni de día ni de noche, y pasé varias noches sin dormir.
Después de haber visto que no podía vencer esto por mí mismo, llamé a un practicista para que me diera tratamiento, y a los pocos días me hallé totalmente bien. Mi cuerpo quedó libre de llagas. Toda mi familia estaba también sufriendo de esta enfermedad, y todos fuimos sanados al mismo tiempo. Para nosotros ésta fue una magnífica experiencia.
Cuán ciertas son las palabras del Salmista (Salmo 107:20): “Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina”. Estoy profundamente agradecido por haber experimentado el poder sanador de la Palabra de Dios, como es revelado en la Ciencia Cristiana.
Campo Bom, RS, Brasil
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