Un tamaño más conveniente para el Heraldo mensual
Comenzando en enero próximo, la edición en español de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, como asimismo las otras tres ediciones mensuales — francesa, alemana y portuguesa — aparecerán en un tamaño más conveniente.
El nuevo tamaño será igual al del actual Sentinel y al de los Heraldos trimestrales. El cambio se debe principalmente al número de solicitudes que hemos recibido por un tamaño que pueda llevarse fácilmente en la cartera, en los bolsones de compras y en los bolsillos. Además hará más eficiente el uso del nuevo equipo impresor de la Sociedad Editora.
Con este cambio de tamaño el número de páginas en los Heraldos mensuales aumentará de 64 a 96 a fin de poder conservar el contenido en su totalidad. El nuevo formato incluirá el mismo número de testimonios y artículos, al igual que toda otra información regularmente ofrecida en estas revistas.
Un cambio en el Estatuto permitiría a los alumnos de la Escuela Dominical servir en los comités de las filiales
Lo que sigue es una corta entrevista que recientemente tuvimos con el Sr. Herb Huebsch, Supervisor de la Sección Escuelas Dominicales, del Departamento de Filiales y Practicistas:
¿Cómo podemos alentar a que más de nuestros jóvenes se unan a la iglesia?
Reconociendo y apreciando su actual progreso espiritual y sus capacidades. Y, por supuesto, el momento de comenzar es antes de que egresen de la Escuela Dominical. Todos los jóvenes en nuestras Escuelas Dominicales necesitan sentir que forman parte de la familia de la iglesia. La iglesia es para todos, cualquiera sea la edad, pero a veces los jóvenes no se sienten seguros de que serán bien recibidos.
¿Cómo podemos incluirlos?
Muchas filiales están ahora incluyendo a los alumnos de la Escuela Dominical en sus comités — invitándolos a servir como ujieres en las reuniones vespertinas de los miércoles, a que ayuden en la distribución de literatura y en la Sala de Lectura después de sus clases del colegio y durante los fines de semana. Hay muchas cosas útiles y de responsabilidad que estos jóvenes pueden hacer. Por supuesto, quizás requiera que la iglesia filial cambie sus estatutos para que este paso sea posible. Pero, ¿por qué no? Las filiales que lo han hecho hallan que más de sus jóvenes se están uniendo a la iglesia. Y esto es muy natural, ¿no es verdad? Por lo general estamos mejores dispuestos a unirnos a aquello que nos es familiar que a una organización cuyas actividades nos son desconocidas.
Quizás alguien se pregunte si estos jóvenes son realmente maduros en cuanto a su comprensión de la Ciencia Cristiana como para trabajar en un comité de la iglesia.
A veces la gente se siente tentada a pensar que la madurez metafísica es producto de la edad. ¿No es más bien el ejercicio diario de la receptividad espiritual? El modo mortal de pensar querría hacernos aceptar muchas pretensiones limitativas acerca de la juventud, pero podemos liberar a los jóvenes para que expresen la madurez que Dios les ha otorgado. No quiero decir que los adolescentes han de servir solos en la Sala de Lectura, pero trabajando con ellos podemos aprender algo de estos jóvenes y ellos a su vez de nosotros. Podemos compartir con ellos nuestra experiencia y beneficiarnos con su vitalidad y entusiasmo.
Por supuesto, es importante también que los jóvenes no se sientan sin esperanzas de que la iglesia reconozca lo que hacen. Sus ofertas de ayudar, su interés, su buena disposición y responsabilidad para hacer lo que se les encomienda, prueban su madurez. Su asistencia a las reuniones vespertinas de testimonios de los miércoles y los testimonios que ellos mismos dan, también ayudan a comprobar la espiritualidad que demuestran.
¿No es acaso justo que la familia de la iglesia aprecie e incluya a todos, — tanto a los miembros mayores como también a los jóvenes — y trabajen juntos para hacer frente a las necesidades espirituales de la humanidad?
¿Cómo podemos conservar la inspiración en las actividades de la iglesia?
Nuestras visitas a las iglesias, los excelentes informes que ustedes nos han enviado, las innumerables buenas noticias que han compartido con nosotros, todo esto ha ayudado a esta columna, La Iglesia en Acción, a mantenerlos al día respecto a lo que otras iglesias están haciendo.
Hemos informado extensamente sobre “qué” está ocurriendo en todo el movimiento. Ahora, y para que otros puedan beneficiarse más de vuestra experiencia e inspiración, desearíamos informar más sobre “cómo” se está haciendo.
Para hacer esto necesitamos, por cierto, de vuestra ayuda. Deseamos oír directamente de las filiales que consistentemente celebran buenos cultos sanadores, que gozan del firme apoyo que los miembros dan a la Sala de Lectura, que tienen una activa y progresista Escuela Dominical, comités entusiastas, un sentido firme de amor y de unidad entre sus miembros, y una desinteresada buena voluntad y prontitud para servir.
Específicamente desearíamos saber cómo han logrado esto — cómo cada una de nuestras actividades de la iglesia puede conservar la inspiración en vez de caer en la rutina. Si en algún momento se han encontrado haciendo las cosas por rutina, les agradeceríamos nos digan cómo hicieron virar la barca, qué pasos adoptaron, y qué devotos pensamientos albergaron.
Pueden escribir a:
The First Church of Christ, Scientist
Department of Branches and Practitioners
Christian Science Center
Boston, MA, U.S.A. 02115
‘Envió su palabra, y los sanó...’ Salmo 107:20.
Una conferencia de la Ciencia Cristiana es muchos más que escuchar palabras. Es experimentar curación.
Una madre escribe sobre la curación que tuvo su hijo de una infección en el pecho y de fiebre al orar utilizando las ideas espirituales que estaba oyendo durante una conferencia.
Un cartero informa haber recibido tanta comprensión de las ideas espirituales expresadas en una conferencia que fue sanado de una afección en la espalda que le había molestado durante tres años.
Un señor describe la pérdida de su negocio, su hogar y sus hijos. Una noche asistió a una conferencia de Ciencia Cristiana. Esto lo indujo a visitar la Sala de Lectura y a asistir a los cultos de la iglesia.
“La Ciencia Cristiana me ha hecho volver sobre mis pasos,” nos dice. “Me ha enseñado cómo amar a Dios y a mi prójimo. Me siento mejor preparado para enfrentar los problemas diarios. He adquirido una mejor comprensión de la vida”.
Una señora sudamericana escribe que fue sanada de gripe después de haber meditado profundamente sobre una idea que fue presentada en una conferencia — la venenosa naturaleza de la ingratitud. Tal como la conferencia lo había sugerido, ella dio gracias a Dios por todo el bien que había recibido y estaba recibiendo. Cuando ella reafirmó que todo lo que ella podía recibir era el bien que proviene de Dios, fue sanada.
Un hombre de negocios informa que se sintió libre de la presión que le ocasionaba el tener que cumplir con plazos improrrogables. Las ideas ofrecidas en una conferencia le ayudaron a “terminar cada obligación importante armoniosa y satisfactoriamente, y antes de la fecha señalada”.
Un señor de América del Sur relata cómo logró salvar su negocio que iba al fracaso. Una conferencia de la Ciencia Cristiana les alentó, tanto a él como a su familia, a “dejar que el poder de Dios se hiciera cargo de la situación”.
Las declaraciones presentadas en una conferencia respecto a la identidad espiritual del hombre ampliaron a tal punto el concepto que tenía una concurrente de su identidad, que el descontento que sentía porque su trabajo le parecía aburrido se desvaneció y sintió una gran paz. Nos dice que “vislumbró más claramente que nunca las ilimitadas posibilidades que tiene el hombre como reflejo de Dios”.
Al día siguiente pudo compartir esa comprensión con una compañera de trabajo que se encontraba desalentada por la misma razón. Poco después a ambas les ofrecieron posiciones con más posibilidades que les aportaron nuevas perspectivas y oportunidades de progreso.
[Extractos compilados de la sección “Church in Action” del The Christian Science Journal.]
