El Heraldo de la Ciencia Cristiana (edición en español) fue el primer contacto directo que tuvimos con esta Ciencia. Lo primero que leímos fueron los testimonios de curaciones. Cada testimonio sirvió para confirmar nuestra fe. Su lectura fue un rayo de luz que fue penetrando en nuestra consciencia, despertándola al Cristo. Esto es lo que significó para nosotros el Heraldo — el precursor que trae buenas nuevas.
“El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 494).
Cuando llegué a la Ciencia Cristiana, pesaba sobre mí un diagnóstico médico de agotamiento mental y físico como consecuencia de exceso de trabajo. A causa de este error padecía de otras cosas no menos graves: una vida aparentemente desdichada, desequilibrio nervioso, y muchos temores — temor a viajar sola, temor al mar, a la lluvia, a comer ciertos alimentos, y temor a la muerte. Padecía además de claustrofobia; no soportaba sentirme encerrada en ascensores, teatros u ómnibus. Otros males incluían una alergia hepática y sinusitis.
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