Entusiasmados por su éxito en la captura de Jericó bajo el mando de Josué, los hebreos estaban convencidos de que con menos hombres podrían tomar la ciudad de Hai (ver Josué 7:3), pero muy a pesar de ellos sufrieron una abrumadora derrota. Al recurrir a Dios en busca de una explicación de este cambio, Josué descubrió que la causa era la desobediencia de Acán, que había tomado para sí algunos objetos de los ricos despojos de Jericó, despojos que debían haber sido destruidos u ofrecidos al servicio de Dios (ver Josué 6:24; 7:11–13, 19–21). Después del castigo de Acán, y la renovada consagración de Israel a la obediencia, Hai fue vencida por medio de una estratagema (ver Josué 8:1–28).
La eficaz defensa en favor de sus aliados, los gabaonitas, del ataque combinado de los ejércitos de cinco reyes amorreos, es un ejemplo típico del éxito de Israel en el sur de Canaán. Hasta las fuerzas de la naturaleza parecían ayudar a los israelitas (ver Josué 10:11–14), mientras ciudad tras ciudad caía ante ellos.
Por un tiempo las provincias del norte permanecieron sin conquistar, pero la base de su oposición fue destruida cuando Israel derrotó concluyentemente otra alianza de reinos encabezada por el rey Hazor, a pesar de la fama que tenían sus ejércitos de ser invencibles (ver Josué 11:4).
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