Cuando en 1959 ganó el Premio Leventritt, el certamen musical más importante de Norteamérica, y poco tiempo después el afamado Certamen Internacional de Piano denominado Reina Isabel de Bélgica, los profesionales quedaron tan impresionados por su aplomo como por el eximio artista que prometía ser. “Mientras otros estaban impacientes entre los bastidores”, hizo notar un periódico, “el Sr. Frager se retiró a una habitación donde apagó las luces y se sentó en la obscuridad. Más tarde explicó: ‘estaba pensando sobre la música’ ”.
El Sr. Frager no siempre se sienta en la obscuridad antes de ocupar su lugar en el escenario donde va a dar un concierto, sino que, como sincero estudiante de la Ciencia Cristiana que ha tomado instrucción en clase, se prepara por medio de la oración para cada actuación.
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