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El concertista de piano: Una entrevista con Malcolm Frager (Primera parte)

Del número de febrero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Malcolm Frager es reconocido como uno de los mejores concertistas de piano del mundo. Pianista experto en la técnica y que toca con inmensa claridad y equilibrio dinámico, ha obtenido el elogio de los críticos en Europa, la Unión Soviética, Japón, Australia, y en toda América del Norte y del Sur, por su audaz, aunque profundamente sensible, interpretación de los clásicos. Cuando el Sr. Frager debutó com la Orquesta Sinfónica de Boston en 1963, un prestigioso crítico de música sorprendió a sus lectores diciendo que la interpretación del pianista “era positivamente inmoral”. Harold C. Schonberg, escribiendo en el The New York Times, procedió a explicar que “era positivamente inmoral para cualquier pianista hacer que una composición tan difícil (Concierto de Piano No. 2 de Prokofiev) pareciera tan fácil”.

Cuando en 1959 ganó el Premio Leventritt, el certamen musical más importante de Norteamérica, y poco tiempo después el afamado Certamen Internacional de Piano denominado Reina Isabel de Bélgica, los profesionales quedaron tan impresionados por su aplomo como por el eximio artista que prometía ser. “Mientras otros estaban impacientes entre los bastidores”, hizo notar un periódico, “el Sr. Frager se retiró a una habitación donde apagó las luces y se sentó en la obscuridad. Más tarde explicó: ‘estaba pensando sobre la música’ ”.

El Sr. Frager no siempre se sienta en la obscuridad antes de ocupar su lugar en el escenario donde va a dar un concierto, sino que, como sincero estudiante de la Ciencia Cristiana que ha tomado instrucción en clase, se prepara por medio de la oración para cada actuación.

La pregunta que se me presentó en aquella habitación obscura y la que considero hoy antes de cada concierto es: ¿Cuál es exactamente mi responsabilidad en una actuación? Y la respuesta: Mi responsabilidad es la de escuchar y saber que la Mente divina, Dios, es el poder subyacente en cada actuación. La Mente es realmente la única que actúa, expresando la acción armoniosa por medio de su idea, el hombre.

Con esto no quiero decir que la Ciencia Cristiana sea alguna clase de magia que nos capacita para hacer algo para lo cual no estamos preparados. El estudio de la Ciencia Cristiana no convertirá a alguien en un gran músico si no es allí donde radica su talento. Pero si en realidad uno tiene verdadero talento, la Ciencia Cristiana lo ayudará a desarrollarlo guiándolo paso a paso, dándole un mayor sentido de confianza y autoridad, ayudándolo a sobreponerse al temor, a las inhibiciones y a la frustración. Hace esto mostrándole de dónde proviene realmente su talento — de Dios. La Sra. Eddy nos dice: “Dios es responsable de la misión de aquellos a los que Él ha ungido. Los que no conocen otra voluntad más que la Suya se toman de Su mano, y Él los conduce de la noche a la luz”. Miscellaneous Writings, pág. 347; El entender esto nos capacita para progresar con confianza, enfrentarnos sin temor a las presiones que nos presenta el mundo, y mantener normas en las que realmente creemos.

Cuéntenos cómo pudo usted probar esto.

Bien, hubo un período en mi carrera en el que las cosas no parecían muy fáciles. Tomé parte en distintos certámenes de piano, pero no sin cierta ansiedad, y los resultados no fueron siempre los que podrían haber sido. No me ofrecían conciertos y no ganaba nada; y actuar era lo que más deseaba. Es lo que siempre quise hacer desde que tenía cuatro o cinco años. Recuerdo que un día comprendí que, bueno, tenía un talento y puesto que Dios es la fuente de todo lo bueno, entonces yo podía estar seguro de que la ley de Dios aseguraría el desarrollo de mi talento de alguna manera. Estaba convencido de que Dios se estaba ocupando del trabajo de mi vida, de la misma forma en que Él se ocupa del de todos Sus hijos. Poco después tuve la oportunidad de participar en diferentes certámenes en los Estados Unidos y en Europa, y el resultado fue muy favorable y me permitió dedicarme a tocar ampliamente.

Hallé que para progresar tenía que ocuparme específicamente del temor a la competencia. Tenía que lograr una comprensión más clara de que el universo de Dios es infinitamente individual, y que nadie puede tomar el lugar de otra persona; que el trabajo que Dios nos ha encomendado a cada uno de nosotros para que hagamos es nuestro individualmente. Aun cuando uno mira el universo material que nos rodea, vemos que todo es individual. No hay dos hojas en un árbol, dos briznas de hierba, o dos copos de nieve que sean exactamente iguales. Cuánto más cierto es esto acerca de la expresión más elevada de Dios, el hombre espiritual.

¿Cómo pensó usted de los demás en el certamen?

Yo sabía que no estaba compitiendo contra nadie sino solamente con mi propia actuación anterior. En otras palabras, no estaba tratando de conseguir algo que alguien más estaba tratando de conseguir. Si Dios es el bien infinito, entonces, hay suficiente para todos. No hay sólo un pedacito del bien por el que todos tengamos que pelear. Esto es lo que la infinitud implica: que hay suficiente para todos. La Sra. Eddy dice: “Los mortales tienen que gravitar hacia Dios, espiritualizando sus afectos y propósitos, — tienen que acercarse a interpretaciones más amplias del ser, y obtener un concepto más acertado del infinito,— para poder desechar el pecado y la mortalidad”.Ciencia y Salud, pág. 265; Esto es de mucha ayuda para los músicos porque a menudo se preocupan porque no tienen suficientes conciertos, suficientes contratos. Todo el mundo siempre dice que es muy difícil ganarse la vida como músico.

Cristo Jesús dijo: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Lucas 2:49; No importa lo que hagamos, ya sea que estemos actuando o cualquiera que sea nuestro trabajo, si está basado en valores verdaderos y si lo encaramos con integridad, podemos saber todos los días que estamos ocupados en los negocios de nuestro Padre, y que Dios, la Mente infinita, se está haciendo cargo de ello. Creo que cualquiera que esté haciendo lo que realmente le gusta hacer, y es lo suficientemente honesto como para escuchar la dirección de Dios y está dispuesto a hacer lo que Dios le dice que haga — no lo que él haya trazado humanamente — puede estar seguro de que su labor no será en vano.

Usted mencionó el problema del temor. ¿Cómo lo dominó?

Después de haber decidido participar en el Certamen Reina Isabel de Bélgica, sentí mucho temor. Hasta llegué a escribir una carta retirando mi solicitud. Pero antes de enviarla consulté a un practicista de la Ciencia Cristiana quien me dijo: “Bueno, usted sabe, el punto más importante que debe considerar no es si irá a Bélgica o si se quedará en casa. Lo importante es que no tome una decisión basada en el temor”. Yo acepté esto. Sabía que la respuesta vendría, y así sucedió unos pocos días después mientras leía el The Christian Science Journal. Uno de los artículos se refería a la historia de Samuel cuando Dios le dijo que fuera y eligiera a un nuevo rey en Israel. Ver 1 Samuel 16: 1–3; Samuel, temiendo por su vida, no quería hacerlo. La orden fue: “Llena tu cuerno de aceite, y ven”. Sentí que ésta era mi respuesta.

Pasé los siguientes tres meses preparando no solamente las obras que tenía que ejecutar sino también preparándome a mí mismo. Estudié específicamente la definición de “aceite” que está en el Glosario de Ciencia y Salud: “Consagración; caridad; dulzura; oración; inspiración celestial”.Ciencia y Salud, pág. 592; Estudié todo lo que pude encontrar en la Biblia y en las obras de la Sra. Eddy sobre esas cualidades en especial, porque sabía que lo importante no era simplemente ir allá y tomar parte en el certamen, sino también la actitud mental que llevara conmigo.

Bruselas era como un foso de leones, todos estaban muy excitados, todo el mundo ansioso por ganar el primer premio. Pero yo pude ver que el único premio verdadero, el del “supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, Filip. 3:14; el de ocuparse en los negocios de nuestro Padre, está al alcance de todos. Un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana llama a nuestro premio “el gozo del trabajo perfecto”.Himnario, No. 93 (según el Himnario en inglés);

Antes de salir al escenario para las pruebas finales, leí el poema de la Sra. Eddy “Cristo, mi refugio” que empieza así:

Resuena el arpa del pensar
con la canción,
que triste y dulce calma ya
todo dolor.Poems, pág. 12;

Me vino el pensamiento de que la canción de la que habla la Sra. Eddy es realmente la melodía del Cristo, que viene a la humanidad y dice: “Calla, enmudece”. Marcos 4:39. Sentí una profunda sensación de paz cuando me dirigí al escenario. No sentí ni un vestigio de temor.

El estar nervioso no es más que una forma de temor. Generalmente sentimos temor cuando nos preocupamos por lo que los demás irán a pensar de nosotros. Pero cuando llegamos al punto en que sabemos que tenemos algo para compartir con el público, y no estamos preocupados de si lo irán a apreciar o no — cuando verdaderamente sentimos que estamos dando algo, cuando no estamos meramente esperando que les guste — entonces no sentimos miedo. Y cuando no tenemos miedo, no podemos estar nerviosos.

Es importante tocar sin temor si es que queremos tocar con un sentido de libertad. El estudio de la Ciencia Cristiana me ha ayudado a lograrlo, a obtener un mayor sentido de libertad. Me ha ayudado a comprender mejor a Dios y a ver que Dios, la Mente infinita, es realmente el único que actúa.

[Primer artículo de esta entrevista que se publicará en dos partes. En el Heraldo del mes próximo, el Sr. Frager hablará sobre la interpretación de la música, memorización y cómo dominar la adulación personal.]

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