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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Una serie señalando el desarrollo progresivo del Cristo, la Verdad, a través de las Escrituras.]

El Quinto Mandamiento

Del número de febrero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Quinto Mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12) establece una regla fundamental con vastas implicaciones, incluyendo la promesa de que al obedecerlo, el mandamiento aseguraría la recompensa de largos años de activo servicio en la tierra asignada por Dios a los hijos de Israel.

He aquí, sin lugar a dudas, una ley que demanda honrar no sólo a nuestros padres humanos sino también a nuestro Padre-Madre celestial, cuyo cuidado amoroso fue elocuentemente indicado en las palabras del Salmista (Salmo 27:10): “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”. Este mandamiento pone énfasis en la necesidad de honrar a Dios y en los resultados gozosos que se obtienen al hacerlo. Cuando Jesús se dirigió al joven que le pidió consejo respecto a su deseo de tener la vida eterna, el Quinto Mandamiento fue uno de los que el Maestro recomendó especialmente como conducente a la meta deseada (ver Mateo 19:19).

El Maestro mismo cumplió con las obligaciones de este mandamiento en sus dos aspectos básicos. Su amor por su madre y su lealtad a ella y a José, están parcialmente indicadas en la declaración de que cuando niño “descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos” (Lucas 2:51). Luego, en su crucifixión, encargó a su madre al cuidado especial del “discípulo a quien él amaba” (Juan 19:26), quien generalmente se considera que es Juan.

Sin embargo, a pesar de la importancia que constantemente le daba a este mandamiento y a su propia práctica del mismo, Cristo Jesús nunca perdió de vista su significado más profundo. Los Evangelios hacen evidente que su Padre celestial estaba en su pensamiento constantemente; y cuando cualquier divergencia parecía surgir, él siempre se mantenía en obediencia implícita a este Padre.

Aun siendo un niño de doce años, Jesús reconoció que lo que su Padre requería de él tenía prioridad sobre la opinión de María y de José, los que creían que en lugar de haberse quedado para aprender y contestar preguntas en el templo de Jerusalén, después de la fiesta de la Pascua a la que todos ellos habían asistido, él debía de haber regresado a casa con ellos sin demora. Su respuesta vino en estas palabras memorables (Lucas 2:49): “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?”

La determinación que adoptó contra las demandas insistentes de su familia y contra las pretensiones de la descendencia humana a través de su madre, fue otra prueba de su convicción de que sus familiares verdaderos no eran necesariamente sus consanguíneos sino más bien sus discípulos, quienes buscaban sinceramente obedecer a su Padre celestial, honrando a Dios en forma práctica al aceptar Sus demandas espirituales. Así leemos en Marcos (3:33), que Jesús preguntó: “¿Quién es mi madre y mis hermanos?”, agregando: “todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”.

Dos de las declaraciones de Jesús íntimamente relacionadas con el Quinto Mandamiento a menudo tienden a confundir a los lectores de la versión King James de la Biblia. En Lucas (14:26) él parece insistir en que sus seguidores odien a sus padres; pero se ha observado que el verbo griego traducido por “odio”, puede representar un verbo arameo que significa “amar menos”, queriendo esto decir que la lealtad a Dios debe exceder aun a la lealtad que les tenemos a nuestros padres. Más adelante, en Marcos (7:10–13), el Maestro acusa a los fariseos y a los escribas de evadir el mandamiento al permitir que los hombres alegaran falsamente que el apoyo económico que debían a sus padres era el Corbán (una palabra aramea que quiere decir estrictamente “voto solemne u ofrenda a Dios”). En otras palabras, al pretender que el dinero destinado a la manutención de sus padres lo destinaban a Dios, los hombres hacían nulo el Quinto Mandamiento.

De ninguna manera el Maestro ignoró este mandamiento, que tan claramente estipula la práctica de honrar a nuestros padres, aunque insistió en que Dios, el Padre-Madre celestial de todos, siempre debe tener prioridad.

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