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Individualidad activa

Del número de febrero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace pocos años, el Times de Londres, publicó un artículo de John Sparrow, Rector del All Souls College, de Oxford, que era un verdadero desafío, y en el cual él se oponía a la corriente general hacia el conformismo, la evidente apatía y la falta de incentivo, el deseo predominante de “separarse de la sociedad”, y destacó la necesidad que tiene el mundo de hombres de carácter y de talento que se esfuercen por salir adelante.The Times (Londres), 23 de enero de 1971; Una de las dos fotografías que acompañaban el artículo era la de un sinnúmero de gente joven asoleándose inmóviles; la otra era la misma escena, pero los que se asoleaban eran iguanas. Había muy poca diferencia entre ambas fotografías.

Las fotografías y el artículo me hicieron ver claramente la gran necesidad, entre las presiones mesméricas del mundo actual, de elevar el pensamiento por sobre el mesmerismo masivo del razonamiento material, la apatía moral y la indiferencia mental hasta para las cosas de Dios, la Mente divina, la inteligencia omnipresente y activa. Vi la necesidad de reclamar con confianza, para mí mismo y para los demás, la sabiduría, el amor, y la habilidad que tiene la Mente infinita para mostrarnos cada vez con mayor claridad la identidad y la individualidad esencial que Dios le ha dado al hombre. De hecho, revelar el talento, la habilidad y el valor intrínseco del hombre.

La Ciencia Cristiana destaca claramente la importancia de comprender la unidad del hombre con Dios, y la naturaleza espiritual distintiva del hombre. Cualquier creencia de absorción o de falta de identidad debe ser rechazada, porque contradice nuestra comprensión de Dios y del hombre y quisiera quitarnos la dignidad y la confianza.

La Sra. Eddy hace esta penetrante declaración en Ciencia y Salud: “El hombre no es absorbido en la Deidad, y el hombre no puede perder su individualidad, puesto que refleja la Vida eterna”.Ciencia y Salud, pág. 259; Por lo tanto, el hombre no puede ser absorbido por ninguna sugestión de mediocridad; él es espiritual, esencialmente distinto e individual y parte integral en el todo de Dios. Reflejando la Vida y el Amor, reconocemos las cualidades de la Vida y el Amor en aquellos que conocemos, y éstos reconocen las cualidades de la Vida y el Amor en nosotros, porque, como lo dice la Sra. Eddy: “Dios se revela sólo en aquello que refleja la Vida, la Verdad y el Amor, — sí, en aquello que manifiesta los atributos y el poder de Dios, así como la semejanza humana, proyectada sobre el espejo, repite el color, la forma y la acción de la persona que está frente al espejo”.ibid., págs. 300–301;

Quienes obedecen a Cristo Jesús y sus enseñanzas, no se dejarán engañar por las sugestiones masivas. No se desconciertan cuando están en busca de ayuda y guía, o consuelo. Para ellos, Dios es real. Por medio del sentido espiritual ven las realidades divinas y perciben las posibilidades que el sentido material no puede discernir. Las creencias limitativas y restrictivas del materialismo no los mesmerizan a caer en la inacción y la inercia.

La pregunta es: ¿Cómo puede Dios llegar a ser una fuerza igualmente real, una fuerza igualmente impulsora para nosotros? Posiblemente en nuestra búsqueda de Dios, de algún poder divino que nos apoye, perdemos de vista al hombre. Sin embargo, leemos en el libro de texto, Ciencia y Salud: “Las aptitudes humanas se aumentan y perfeccionan a medida que la humanidad alcanza el concepto verdadero del hombre y de Dios”.ibid., pág. 258; Dios se revela a Sí mismo por medio del concepto espiritual del hombre. Dios es real y accesible a nosotros, cuando reconocemos las cualidades de Dios que nos rodean en nuestra vida diaria.

Un joven estudiante deseaba sinceramente dedicar su vida a la obra sanadora de la Ciencia Cristiana y entrar en la práctica pública. Se despertaba temprano cada mañana para estudiar la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana y luego se dirigía a la gran universidad donde estudiaba. Al finalizar el día volvía corriendo a su casa para continuar su estudio de Ciencia Cristiana. Habló de este deseo con un practicista experimentado y le dio la impresión de que el período entre el estudio de la mañana y la tarde era como un vacío, hasta que nuevamente quedaba libre para concentrarse en el estudio de Ciencia Cristiana.

El practicista le preguntó cuándo ponía en práctica todo el conocimiento que él había acumulado; cuándo usaba el conocimiento que tenía de Dios en su contacto diario con la gente. Estaba aprendiendo sobre Dios y el hombre, pero, ¿cuándo veía a Dios en acción y probaba que Su presencia estaba con él?

Dios debe ser visto y reconocido como un poder divino y una presencia sanadora por medio de las cualidades divinas expresadas por el hombre hacia el hombre en la vida diaria, tanto en momentos de intensa actividad como también en los de tranquilidad. Jacob le dijo a Esaú: “He visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido”. Gén. 33:10; Es bueno ver a Dios claramente reflejado en los demás y así estar satisfechos y ayudarnos unos a otros. No es suficiente entender académicamente a Dios — necesitamos también expresarlo y verlo expresado en todas partes, para que así el conocimiento satisfaga y sea verdadero.

Para el cristiano, los mandamientos más importantes son amar a Dios supremamente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, como lo señaló Cristo Jesús. Ésta es una exigencia para un acercamiento individual y considerado hacia nuestro prójimo. Los problemas y los desafíos por los que nuestro prójimo necesita amor y comprensión son demasiado personales y variados para que sean resueltos con respuestas estereotipadas. Cada uno es diferente, y la mayor parte de los problemas, aunque parezcan ser universales, son distintos y diferentes para quienes tienen que enfrentarlos. Se necesita un pensamiento consagrado y un verdadero sentido de interés para obtener para los demás los mismos resultados constructivos que desearíamos para nosotros.

Jesús amó a su prójimo; para él todo el mundo era su prójimo. El descendió de su insuperable experiencia de la transfiguración; no permaneció en un espléndido aislamiento mental o físico; siempre practicó y demostró la verdad divina que conocía.

Se mezcló con la gente y se rozó con la multitud. Curó a medida que pasaba por el camino. Demostró que ahí mismo, entre los que estaban perturbados y enfermos y eran pobres, había un poder divino para ser experimentado y visto como una presencia sanadora. Cuando la mujer con flujo de sangre se le acercó en busca del Cristo sanador y tocó el borde de su manto cuando él pasaba, fue sanada inmediatamente. Evidentemente él sintió su necesidad y respondió a este llamado mental, porque dijo: “¿Quién es el que me ha tocado? ... Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. Lucas 8:45, 46.

!Qué necesario es entender que la verdad que aceptamos y el amor que se nos revela en la Biblia, por medio de la Ciencia Cristiana, puede ser practicado, puede ser probado en la vida diaria! Por medio de la práctica y la prueba, nuestra individualidad espiritual se hace más definida, el carácter se enriquece y somos más útiles a los demás.

A medida que caminamos, que nos mezclamos con las multitudes, seamos prontos en reconocer la evidencia de Dios en los que nos rodean y en las diferentes circunstancias que encontramos. Estemos preparados para ver, sentir y estar prontos para responder al llamado de quienes anhelan una fe practicable. No es presunción el orar para emular la vida de Jesús y curar con la Verdad a medida que pasamos por el camino.

El mundo está clamando por curaciones. Mientras nuestro pensamiento esté dispuesto a aprender, sentir, y a ver más y más a Dios y al hombre verdadero, podemos expresar verdaderamente la Vida que es Dios — reflejar la Mente que es Dios y vivir el Amor que es Dios.

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