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[Original en alemán]

Quiero agradecer a Dios por todo lo que he...

Del número de febrero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Quiero agradecer a Dios por todo lo que he aprendido en la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. Y especialmente quiero expresar mi gratitud por la recuperación de mi vista.

Hace varios años alguien que vivía en la misma casa que yo me prestó una edición de la traducción al alemán, con el original en inglés, del libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Cuando comencé a leerlo descubrí que podía leer las páginas en inglés, o sea, el original por la Sra. Eddy. Las palabras resaltaban perfectamente, como iluminadas. Pero la traducción alemana en las páginas opuestas parecía muy borrosa y apenas si pude leerla. Debido a esto consulté a los mejores oculistas, quienes confirmaron que estaba al borde de la ceguera total. Se sorprendieron de que aún pudiera ver algo. Las radiografías tomadas indicaron que el nervio óptico había sido dañado como resultado de una intervención quirúrgica. Me recetaron lentes especiales pero resultaron inútiles. Uno de los médicos me dijo: “Hemos agotado nuestra habilidad. Salvo que Dios le dé ojos nuevos, no podrá ver”.

Oré a Dios: “Dame, oh Dios, el ojo que ve, la visión clara del Alma, para que aparezca la perfección en vez de la ilusión del error”. Después de muchas horas de oración noté que podía distinguir las letras de la traducción alemana. Solicité apoyo metafísico a una practicista quien me lo brindó fielmente y me dijo: “Dios es su luz siempre presente, y en la luz no hay obscuridad”. Como en esa época ocupaba un cargo de responsabilidad operando una máquina impresora de cheques, el estar perdiendo la vista resultaba intolerable. Entonces continuó lo que parecía ser una batalla interminable entre la luz y la obscuridad. Yo seguía afirmando la verdad de que en Dios no puede haber obscuridad.

Un día en que volví a visitar a la practicista y estaba sentada en su sala de espera, le pedí a Dios que me indicara exactamente qué necesitaba para mi condición. Tomé una copia de El Heraldo de la Ciencia Cristiana en el cual leí unas palabras que decían más o menos lo siguiente: “La visión es una cualidad de la Mente divina”. Súbitamente me di cuenta de que la experiencia material que comienza con el nacimiento, no era la realidad de la existencia. Por lo tanto, yo era la imagen y semejanza de Dios, como lo afirma la Biblia, y sólo podía estar constituida de las cualidades de la Mente divina, la luz eterna.

En el momento que percibí claramente que la visión es una cualidad de la Mente divina sentí que mis ojos habían sanado. Fue un caso de cirugía mental. Cuando entré para hablar con la practicista ella notó el cambio en mi estado mental y ambas expresamos alegría por esta curación. Mis ojos estaban bien, incluso el estrabismo y un problema de un ojo bizco, desaparecieron.

Debido a que los impresores en mi compañía habían notado mi dificultad para ver, habían notificado de ello al supervisor. Se celebró una reunión entre los impresores, el supervisor, y yo para probar mi habilidad para leer. El supervisor dijo que le habían informado que yo no podía ver muy bien, por lo que tendría que leerle en voz alta de una hoja de papel cuyas letras impresas eran muy pequeñas, apenas perceptibles. Leí el papel sin cometer un solo error. El supervisor dijo: “Gracias, es suficiente. Usted no necesita anteojos”. Antes de entrar en la habitación para esta prueba había establecido la verdad de que Dios es mi proveedor y consejero.

Por esta gran curación doy gracias a Dios y estoy muy agradecida a la practicista quien se esforzó por elevarme a un mayor entendimiento de Dios. También estoy agradecida por los muchos cultos religiosos de la iglesia que son tan útiles, y en los cuales siempre podemos sentir el Cristo sanador, el espíritu de la Verdad, cuando somos receptivos a la Palabra de Dios. Doy mis sinceras gracias por muchas otras curaciones que he tenido con la Ciencia Cristiana.

Doy gracias a Dios por la Biblia, por el amado Salvador, Cristo Jesús, y por la Sra. Eddy, la autora del libro de texto, el cual verdaderamente es la clave de las Escrituras.


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