La práctica sanadora de la Ciencia Cristiana incluye como elemento importante el reconocimiento de que el hombre infaliblemente expresa inteligencia. Este reconocimiento es un poderoso factor para restablecer la normalidad física y para solucionar diversos problemas individuales, así como otros problemas con un impacto más amplio.
La inteligencia verdadera no es la actividad de un cerebro físico o de una mentalidad personal finita, mensurable mediante exámenes o cocientes. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy habla de la inteligencia como “la cualidad primaria y eterna de la Mente infinita, del Principio trino y uno, — Vida, Verdad y Amor,— llamado Dios”.Ciencia y Salud, pág. 469; Más allá del examen o mensura materiales, esta inteligencia es expresada por ideas espirituales e individuales — los hijos e hijas de Dios, de la Mente infinita única que conoce plenamente a su propia creación armoniosa y la sostiene.
El reconocimiento sanador de que el hombre siempre expresa inteligencia es algo más que una mera actividad de la consciencia humana iluminada que acepta una realidad espiritual. Por cierto que este reconocimiento incluye e impulsa tal aceptación, pero, esencialmente, lo que la Verdad divina está haciendo es afirmándose y haciéndose valer. La inteligencia infinita, además de gobernar todo lo que es divino, está constantemente afirmando su poder y presencia de un modo que pueda ser discernido humanamente.
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