Toda capacidad que poseemos, toda aptitud para expresar el bien que manifestamos, todo el amor que irradiamos, tiene un origen único: Dios, la Mente omnipresente. Cuando nos acercamos a Él devota y sinceramente, Su infinita inteligencia, Su guía e iluminación nos fortalecen. Nuestro bienamado Maestro, Cristo Jesús, nos enseñó: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6;
Cuando fracasan nuestras aspiraciones, cuando no logramos lo que deseamos — por más que nuestra actual comprensión alimente nuestra convicción de que nuestro deseo es correcto — es porque tal vez no hemos recurrido a la única fuente de inspiración, la única fuente de inteligencia y sabiduría; o tal vez — si hemos recurrido a ella — nos está indicando que Dios ha preparado algo más para nosotros.
Cuando confiamos completamente en Su sabiduría, somos guiados por Él, aun cuando no nos demos cuenta de ello. El Amor divino, siempre presente, nos salva de cometer errores. ¡Y cuántas veces nos encontramos solucionando problemas por medios que jamás hubiéramos imaginado!
Dios conoce lo que en verdad necesitamos aun cuando no sepamos cómo expresar exactamente esta necesidad. Su sabiduría nos conduce a la realización de nuestra respuesta. La Sra. Eddy escribe: “El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestro deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes de que tomen forma en palabras y en acciones”.Ciencia y Salud, pág. 1;
¡Cuántas actitudes tomadas erróneamente y sus lamentables consecuencias nos ahorraríamos si recurriéramos en todas las circunstancias a la Mente infinita, a la fuente suprema y única de inspiración! ¡Cómo lograríamos deponer el “yo” personal, el falso concepto mortal del ser que es la causa de tantas conmociones! ¡Cuánta mayor armonía, cuánta paz, cuánta mayor felicidad podríamos disfrutar si siempre buscásemos la guía infalible de la Mente divina! El fracaso y la frustración serían revelados por lo que realmente son — irrealidades.
¿Se ha imaginado usted alguna vez lo que sería este mundo en que vivimos si todos buscáramos la inspiración de la sabiduría y comprensión divinas para nuestras decisiones? ¿Ha pensado usted alguna vez qué resultados aportarían nuestras decisiones si siempre lleváramos a la práctica el consejo del Maestro: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”? Mateo 6:33; “Todas estas cosas”, es decir, todo lo que justa y honestamente deseamos lograr.
Tal vez muchos estudiantes de la Ciencia Cristiana que recién comienzan su estudio pregunten: “¿En qué consiste realmente el reino de Dios? ¿Acaso podré yo encontrarlo?” El Maestro mismo nos lo indica: “He aquí el reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21. ¡Qué maravillosa realidad — el reino de Dios entre nosotros!
Necesitamos aprender a ver al hombre tal como él es, la imagen y semejanza de Dios. Y esto lo lograremos eliminando de nuestro pensamiento, mediante la oración devota, cada una de las falsas sugestiones que pretende presentar al hombre como material, como mortal y pecador. A medida que lo hacemos — a medida que destruimos en nuestro pensamiento cada falso concepto acerca del hombre, y lo substituimos con el verdadero — alcanzaremos la única fuente de inspiración, Dios, la Mente omnipresente, y “seremos saciados”.
