Hoy en día, el concepto de familia es uno de los que más necesita que se le eleve. Muy a menudo los que pertenecen a una familia quieren liberarse de ella y los que no la tienen se sienten privados de ella y la anhelan. Otros no quieren tener nada que ver con la familia. Por ejemplo, hace poco subí en mi automóvil, en un día de lluvia, a un estudiante. “Nunca pensé que usted me hiciera este favor”, me dijo. “Usted parece un hombre de familia”. Es evidente que según su concepto uno no debe esperar nada de la familia.
Tener problemas de familia no es nada nuevo, ya sean los del individuo que trata de resolverlos en beneficio propio o los del asistente social que trata de resolverlos para beneficio de la sociedad. En la Biblia, en uno de los salmos, se encuentra una pauta que conduce a su solución: “Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad”. Salmo 68:6;
En ese versículo se encuentra la clave, tanto de la participación en los afectos familiares, como de la liberación del avasallamiento en la familia; esa clave es la comprensión correcta de lo que es Dios y de nuestra relación con Él. Quizás parezca raro que esa seguridad consoladora esté en uno de los grandes himnos marciales del Antiguo Testamento; en eso, quizás, radica su importancia.
La satisfacción de los afectos no es el único aspecto que requiere un correcto concepto de familia. En la búsqueda de un empleo, y en mantenerse en él, el nombre de familia, relacionado con la nacionalidad o la raza de la persona puede influir en pro o en contra. Las leyes que prohiben la discriminación en este terreno son de utilidad; mas las leyes humanas son sólo tan buenas como las personas que las ponen en efecto. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy ofrece una solución más profunda: “Hombre es el nombre de familia para todas las ideas, — los hijos y las hijas de Dios. Todo lo que Dios imparte se mueve de acuerdo con Él, reflejando Su bondad y Su poder”.Ciencia y Salud, pág. 515; ¡ Bondad y poder! Nadie que tenga “hombre” como nombre de familia puede temer que su nombre influya en forma adversa en su empleo.
El origen de la familia se ha definido en varias formas — como instinto biológico, por ejemplo, o como necesidad económica. Los sociólogos discuten las ventajas respectivas en cuanto al núcleo familiar, si debe estar compuesto de padres e hijos solamente, o incluir a la familia extensa, es decir, tíos, primos, y demás, y quizás hasta tres o cuatro generaciones. Cualesquiera que sean las conclusiones teóricas a las que se lleguen sobre los orígenes y las formas de la vida de familia, los problemas de ésta se resuelven de la mejor manera si se acepta la guía de Dios en todas las situaciones.
A través de la historia del cristianismo, el ideal de la vida íntima de familia lo simboliza la estampa navideña del niño Jesús con María y José. La extensión de la familia ha sido definida en la forma más amplia y más elevada en las palabras de Cristo Jesús: “Todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre”. Mateo 12:50;
Muchos hogares cristianos solían mantener una tradición conocida como oraciones en familia. Los miembros de la familia se reunían, generalmente por la mañana; el jefe de familia leía la Biblia; después todos oraban. Esa tradición se observa ahora muy raras veces en la forma que se solía hacer antaño; mas las oraciones en familia en forma menos formal pueden producir grandes beneficios. Cada uno de nosotros, en nuestras oraciones privadas, puede dedicar tiempo a reconocer la verdadera naturaleza de la familia.
Tomando como base la Ciencia Cristiana, ¿qué podría contener esa oración en familia? Sin duda, la afirmación de que el hombre tiene su origen en el Espíritu, que es todo amoroso y bondadoso. También la afirmación de que la naturaleza del hombre es totalmente espiritual por ser linaje de su Padre-Madre divino, heredero y disfrutador del bien infinito y espiritual que Dios imparte continuamente. E incluye la negación específica de que el hombre y la mujer son mortales materiales; que, a través de los siglos, están atados con una cadena de descendencia y ascendencia física; y que su legado es una mezcla de lo mejor y lo peor, todo lo cual se determina de acuerdo con el destino, la casualidad o el azar.
Del mismo modo, y no de menor importancia, la oración en familia ha de contener la confiada certeza de que el sentido espiritual de familia que se mantenga y fije en la consciencia, tiene que producir en la vida diaria la situación familiar que mejor produzca el bienestar humano y el desarrollo espiritual continuo. Ya sea en el núcleo reducido de familia, como en la familia extensa o en el aislamiento voluntario, si ello proviene de Dios, será totalmente satisfactorio.
Este concepto de las relaciones obtenido a través de la oración no da pie a la frase estereotipada de optimismo vacío que circula vanamente declarando que todos pertenecemos a una familia grande y feliz sin hacer el menor esfuerzo por cambiar la evidencia contraria que se observa con tanta frecuencia. La oración científica en familia establece claramente la diferencia entre el verdadero sentimiento de familia y el falso, tal como la Sra. Eddy lo hace en estas palabras: “Los inmortales, o los hijos de Dios en la Ciencia divina, forman una sola familia armoniosa; pero los mortales, o los ‘hijos de los hombres’ en el sentido material, son discordantes y a menudo falsos hermanos”.Ciencia y Salud, pág. 444. Ésta no es una mera distinción académica; requiere que el sentido verdadero denuncie y destruya el sentido falso del pensamiento y de la experiencia.
La oración científica en familia facilita el cumplimiento progresivo de los afectos de familia y la liberación progresiva del avasallamiento en la familia, en el individuo, y en la sociedad. Entonces surge la significación completa de las palabras del Salmista citadas anteriormente: Dios de cierto hace habitar en familia a los desamparados y de cierto saca a los cautivos a prosperidad.
