En verdad, nuestra experiencia es la expresión de lo que aceptamos como verdadero sobre nosotros y los demás. Por lo tanto, ¡cuán importante es lograr el concepto verdadero de todo para que nuestras vidas puedan ser gobernadas con salud y armonía por el entendimiento espiritual!
Mary Baker Eddy pregunta en Ciencia y Salud: “¿Cuál es el modelo ante la mente mortal? ¿Es la imperfección, el gozo, la tristeza, el pecado, el sufrimiento? ¿Habéis aceptado el modelo mortal? ¿Lo estáis reproduciendo?” Luego de explicar los resultados negativos al aceptar ese modelo, agrega: “Para poner remedio a esto, tenemos primero que volver nuestra mirada en la dirección correcta, y luego seguir por ese camino. Tenemos que formar modelos perfectos en el pensamiento y mirarlos continuamente, o de lo contrario no los esculpiremos jamás en vidas grandes y nobles”.Ciencia y Salud, pág. 248;
El formar “modelos perfectos en el pensamiento”, espiritualiza nuestra consciencia. Es un proceso constante que incluye el aprender a distinguir entre los conceptos verdaderos y falsos, o sea, los modelos de pensamiento; distinguir entre lo que Dios, el Espíritu realmente ha creado y lo que es únicamente ficción.
La creación espiritual, que incluye al hombre espiritual y a todas las ideas perfectas, es completa y cabal en todo sentido. La emanación de la Mente divina se evidencia en acción inteligente, amor desinteresado por los demás y un constante estado normal de salud y felicidad. Todo lo que proviene de Dios es siempre bueno y puro, una bendición para nosotros y los demás. Los modelos perfectos de pensamiento son modelos a la semejanza de Dios.
De la misma manera, todo lo que es egoísta, que restringe y es malo — lo negativo en todo sentido — se revela como un modelo mortal. Este modelo mortal es simplemente una sugestión sin base de que la vida y la inteligencia existen en la materia, completamente separadas del gobierno de la Mente, de las leyes infalibles del bien que pertenecen a la Mente. El aceptar esto conduce al pecado, la enfermedad y la muerte.
Cristo Jesús dijo: “No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos... Así que, por sus frutos los conoceréis”. Mateo 7:18, 20;
A medida que aprendemos a descubrir y rechazar el falso concepto o modelo mortal y lo reemplazamos por el verdadero, experimentamos más alegría y libertad. Nuestra vida copia la perfección de los modelos espirituales.
Un estudiante de Ciencia Cristiana me dijo que se había sentido preocupado después de haber visto a un amigo caminando por la calle. Este amigo parecía agobiado y vencido por los problemas de la vida. Ante este cuadro de frustración y fracaso, el estudiante sintió tristeza y preocupación por él. Luego, mientras hablábamos, el estudiante se quejó de un dolor en la espalda.
Le cité un pasaje de la Biblia que recordé: “Considera al íntego, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz”. Salmo 37:37; Luego hablamos sobre la importancia de contemplar al hombre como lo crea el Espíritu — perfecto, integro, libre de los grandes problemas que están unidos a un sentido material y falso de la existencia.
Luego de haber hablado de las referencias de la Sra. Eddy acerca de los modelos mortales y los modelos perfectos, se hizo evidente que el estudiante había aceptado el modelo mortal, el cuadro de un hombre deforme. No había rechazado este cuadro reemplazándolo con el modelo perfecto, el concepto espiritual del hombre, sino que lo había reproducido en sí mismo en forma de una espalda dolorida. Ambos estuvimos de acuerdo en que reconocer y aferrarse únicamente al modelo perfecto, el hombre espiritual, era lo más amable y correcto.
Nos sentimos elevados por las verdades que habíamos compartido. En pocas horas el problema en la espalda desapareció. Y desde ese momento el amigo que había visto en la calle tuvo oportunidades para aumentar su sentido de dignidad y respeto de sí mismo.
La Sra. Eddy hace esta invitación al mundo: “Aceptemos la Ciencia, abandonemos todas las teorías basadas en el testimonio de los sentidos, renunciemos a los modelos imperfectos e ideales ilusivos, tengamos una sola Mente, un solo Dios, y éste perfecto, produciendo Sus propios modelos de excelencia”.Ciencia y Salud, pág. 249.
