Estos dos conceptos se hallan estrechamente relacionados en la consciencia humana, a pesar de que la humanidad no siempre se percata de esta relación. En épocas de gran prosperidad generalmente no se presta atención a ella. Pero en períodos de crisis económica surge inmediatamente el interrogante sobre si los empleos son seguros de modo que hombres y mujeres puedan obtener su sustento diario. Entonces a menudo se manifiesta un gran temor de perder uno su empleo. Dado que el desempleo no es deseable, los gobiernos y demás autoridades en todas partes toman medidas, ya sea para mantener las fuentes de trabajo o para crear otras.
Infinidad de personas parten de sus hogares todas las mañanas debiendo recorrer rutas más o menos largas para llegar a sus empleos. Al atardecer regresan del trabajo y de las carreteras, a menudo agotadas y sintiendo que necesitan descansar. Y así sucede día tras día, con la misma rutina. ¿Es sorprendente, entonces, de que muchas personas anhelen sus fines de semanas libres y sus vacaciones?
Si se examinara esta situación a fondo sobre la base de la comprensión espiritual que uno adquiere mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, la siguiente conclusión sería evidente: Para el pensamiento mortal no iluminado el trabajo es, en su mayor parte, considerado como un medio de ganar dinero a fin de poder satisfacer con él nuestras necesidades y deseos. Por consiguiente, el trabajo se convierte en un medio para llegar a un fin. Esta manera de pensar fácilmente induce a que nos consideremos como personas “dependientes”. En contraposición a los “dependientes” en esta manera simple de pensar, están los “libres”. Éstos, a menudo, asumen en este drama mental el papel de explotadores. En tal modo de pensar puede llegarse a un punto peligroso porque este enfoque emocional produce sentimientos enojosos, resentimiento, odio y rebelión. Los conflictos entonces parecen inevitables, se hacen exigencias que pueden tener serias consecuencias, cuyo cumplimiento a veces es impuesto por la fuerza. Parecería que no existiera una salida.
¿Pero es éste el cuadro verdadero?
En la Ciencia Cristiana aprendemos a reemplazar todas las pretensiones de la llamada mente mortal (otro término para el modo de pensar basado en premisas materiales). Por lo tanto, podríamos preguntarnos aquí de dónde procede la relación de causa y efecto entre el trabajo y el sustento, que tanto parece agobiar a la humanidad con aflicciones y contra las cuales tiene que rebelarse.
Leemos en Génesis, en el segundo relato metafórico de la creación: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan”. Gén. 3:19; De acuerdo con el relato bíblico, se supone que Jehová dijo eso al hombre justamente antes de expulsarlo del Edén.
Sin embargo, en el primer relato simbólico de la creación, nada de eso se sugiere. Si se comparan ambas narraciones, vemos que la segunda es una inversión de la primera.
¿Qué significa entonces “el pan”?
Aquí nuevamente la Biblia nos da discernimiento. En el Evangelio según San Juan leemos: “El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo”, y en el mismo capítulo se registra que Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre”. Juan 6:33, 35;
Asimismo se nos relata que con unos pocos panes y peces Cristo Jesús en verdad alimentó a grandes multitudes, y que después que todos se saciaron se recogió lo que sobró. También se nos dice que Jesús sanó a enfermos y pecadores. A aquellos que sanó, Jesús les dio un concepto más verdadero acerca de ellos mismos, de manera que en cada caso se manifestara más de la naturaleza auténtica de ellos, el hombre creado por Dios, dotado de todo el bien.
En 1 Corintios, leemos: “Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”, y más adelante agrega: “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. 1 Cor. 12:4, 7; Los dones y el talento son generalmente apreciados; pintores, músicos, arquitectos, todos poseen habilidades especiales, y a medida que aprendemos más acerca de la naturaleza del hombre creada por Dios, tales dones pueden evidenciarse en cada uno de nosotros.
No obstante, existen innumerables habilidades o cualidades que ya son reconocidas como accesibles a todos. Entre ellas están la puntualidad, responsabilidad, sinceridad, laboriosidad, perseverancia, lealtad, para nombrar sólo algunas de ellas. Estas cualidades o dones proceden de Dios, y todos pueden demostrarlas en medida ilimitada. No existe escasez de este “pan”. Mas es menester que sepamos esto y nos esforcemos por demostrar estas cualidades correctas mediante la iluminación y guía de las ideas espirituales, las cuales nos muestran a diario más de lo que verdaderamente tenemos y somos como hijos de Dios.
La Sra. Eddy escribe: “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez, ellas os dan provisión diaria”.Miscellaneous Writings, pág. 307.
Cierta vez en que me encontraba en una situación económica desesperada y debía cuidar de mi hijo, trabajé en un empleo para el cual no estaba entrenada. El tener que vencer diariamente las dificultades que se me presentaban en esta situación me condujo a considerar la relación entre el sustento y el trabajo. Me esforcé por percibir con más claridad las cualidades otorgadas por Dios, y expresarlas en mi vida diaria durante mis horas de trabajo. La frase mencionada más arriba se convirtió en mi constante compañera. En ella la palabra “diaria” fue muy importante para mí ya que me evitó pensar acerca del futuro, el cual, de acuerdo con el cálculo humano, se presentaba amenazador.
En el mismo párrafo la Sra. Eddy continúa: “Nunca pidáis para el mañana: es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis”. Me aferré a estas promesas y me esforcé sinceramente por reconocer y expresar las cualidades más elevadas. En primer lugar, me fue posible desempeñar mi trabajo cada vez mejor. Después de cierto tiempo se operó un cambio en mi situación. Primero, se me solicitó trabajar en mi profesión privadamente. Esto me ofreció la misma remuneración que percibía antes, por la mitad del tiempo de trabajo. Pude así cuidar de mi hijo y dedicar más tiempo al estudio de la Ciencia Cristiana.
Puesto que continuaba descubriendo y utilizando las cualidades derivadas de Dios que necesitaba, se me fueron abriendo perspectivas mentales, las que a su vez resultaron en que fuera contratada de nuevo por el servicio civil. Esto me permitió estudiar dos asignaturas adicionales, disfrutando de varios años felices en mi trabajo diario. Más aún, pude ayudar substancialmente no sólo a mi propio hijo, sino también a otros niños.
Las buenas cualidades son otorgadas al hombre en forma superabundante. Nos pertenecen a usted y a mí, y podemos expresarlas. Cuanto más meditamos en esto, tanto más claramente percibimos que estas cualidades no son otorgadas solamente a una persona determinada, sino que están libremente disponibles para todos.
Con este conocimiento adquirimos dos cosas: primero, nos esforzamos constantemente por expresar las cualidades correctas en nuestro empleo (como también en otros lugares); segundo, este esfuerzo nos capacita para percibir el bien en las demás personas. Y hasta podemos ayudar a revelar el bien.
Tal actitud nos aporta serenidad, equilibrio y una satisfacción invalorable. Aun cuando no sea recompensada humanamente, la satisfacción interior que aporta y la expresión de las cualidades que incluye el hombre son premio suficiente. No obstante, una actitud de esta naturaleza hacia el trabajo, una actitud basada en el desarrollo de la correcta manera de pensar, siempre aporta, en cierta forma, un sentido más completo de abundancia. Tal actitud nos conduce directamente a desempeñar nuestro trabajo con gozo, a darle todo lo que tenemos, a apreciarlo y a considerarlo importante. El trabajo entonces no representa ya un medio para llegar a un fin (vale decir, para ganar dinero); cesa de ser una carga y no despierta el recelo de que estamos siendo explotados.
El amor elimina los conceptos limitados cuando nos esforzamos por alcanzar la comprensión espiritual correcta de lo que es el “pan”. Esto nos brinda la actitud apropiada hacia le trabajo. Y esto siempre tiene su recompensa.
