Este llamado, impulsado por la buena voluntad y el amor, lo dirigen a los jóvenes las personas que se interesan por ellos: padres, personas mayores en la familia, y maestros. Si está dirigido a aquellos jóvenes que tienen la inclinación a desaprovechar sus oportunidades de mejorarse, puede actuar como una aguda advertencia de que, en las palabras de la Sra. Eddy, “si el ahora en el que podemos confiar se pierde al hablar o al actuar descuidadamente, jamás vuelve”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 12; Pero si es un individuo aplicado y consciente, el llamado puede realmente significar: “Usted está actuando bien; se está preparando para su futuro”.
Es posible que un joven se pregunte: “¿Qué es el futuro? Si prepararme para el futuro significa estudiar con ahínco, hacer las tareas, y no tener tiempo para divertirse, no puede tener nada de lo que yo quiero porque no me gusta prepararme”.
La respuesta es que el futuro no es un remoto período de exigencias y circunstancias desconocidas. Viene minuto a minuto; es la próxima hora, el siguiente día, un día tras otro. Podemos y debemos prepararnos continuamente para el futuro. Cuando hacemos lo mejor en el momento presente, estamos creciendo para enfrentar las exigencias futuras. La Sra. Eddy escribe: “El que desea tener éxito en el futuro, debe aprovechar al máximo el presente”.Miscellaneous Writings, pág. 230;
¿De qué otra manera puede uno prepararse para el futuro? Si bien la respuesta que da la Ciencia Cristiana a esta vital pregunta, es en ciertos aspectos similar a la que pueda dar un experimentado educador, es más amplia debido a su significado puramente espiritual. La mente humana, con su concepto limitado y materialista de la vida, de su propósito y recompensas, aconsejaría: “Elija un trabajo que le guste, entérese de todo lo que éste exige, y adquiera un agudo sentido para descubrir sus oportunidades más provechosas. Entonces, cuando llegue su momento, estará listo y triunfará. Tendrá un futuro exitoso, porque estará trabajando provechosamente”.
Este consejo definitivamente es parcial porque pinta un futuro que consiste en el esfuerzo egoísta de obtener y sugiere que el medio de prepararse para ello es aprender la práctica de los medios y métodos toscamente materialistas.
En directa oposición a este tergiversado concepto materialista de nuestro objetivo en la vida y de cómo alcanzarlo, la Ciencia Cristiana enseña que el hombre no es un mortal material sino la idea espiritual de Dios, el Amor o Mente divinos, único Principio infinito o fuente de todo bien. Por tanto, el propósito fundamental de cada uno, joven, maduro o viejo, debe ser el de comprender y probar ahora, cada hora, cada día, en pensamiento y acción, su verdadera individualidad como la imagen y semejanza espiritual del Amor divino. Y esto no se puede hacer si el motivo es egoísta.
La exigencia espiritual para mantener vivo este desafío en nuestro pensamiento es continua, porque el presente se está desarrollando por siempre en nuestro futuro eterno. Si este propósito continuo realmente se comprende y acepta, espiritualizará nuestro carácter y, en consecuencia, nos preparará para solucionar cualquier exigencia que pueda traer el mañana. También nos pondrá en guardia contra los efectos desalentadores de las engañosas tentaciones de la mente mortal y nos enseñará a resistirlas, aferrándonos a nuestros propósitos espirituales. Entonces nuestro ideal será servir, y no obtener, y nuestro esfuerzo por dar no será a medias o mezquino, porque estará impulsado por nuestro amor a la creación de Dios y no por el deseo de ventaja a provecho personal. Sin embargo, las recompensas vendrán, y vendrán de muchas maneras.
Casi todos los jóvenes suelen preguntarse qué les deparará el futuro. Uno puede sentir que sus inclinaciones naturales pueden predestinarlo a hacer un trabajo de determinada naturaleza. Otro puede estar convencido de que sus aversiones naturales lo apartan de ciertas ocupaciones. Pero, ¿qué son estas llamadas inclinaciones y aversiones? ¿Acaso no son sino limitaciones que la mente humana, mortal se crea a sí misma?
La Ciencia Cristiana muestra claramente que la mente mortal es ignorancia acerca del Cristo, la idea verdadera de Dios, Espíritu o Mente. La Mente infinita excluye las dudas y temores que los mortales puedan tener acerca de su presente o de su futuro. La Ciencia del ser explica y prueba que, como en realidad el hombre es el reflejo de Dios, sus habilidades no están determinadas de antemano ni sus posibilidades están excluidas o de alguna forma limitadas por creencias en la influencia de los antecedentes humanos, del prejuicio mortal o de cualquier sentido falso de insuficiencia y temor.
Pero, ¿cómo puede uno prever la dirección que puede tomar su trabajo en la vida? ¿Cómo puede uno evitar tanto las tentaciones de exceso de confianza como las intimidaciones de las dudas que vienen directamente de la mente carnal? Nuevamente, la Ciencia Cristiana da este sencillo consejo: Nunca dé un paso ni tome una decisión sin recurrir primero a la Mente que es todo amor para que lo guíe. “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados”. Prov. 16:3; Dios nunca nos abandonará si silenciamos los sentidos materiales y escuchamos. Si lo hacemos, obtendremos un desarrollo espontáneo de nuestras habilidades. Entonces se nos revelará naturalmente y en el momento exacto, el plan correcto para utilizarlas.
Es obvio, sin embargo, que únicamente podemos estar conscientes de la dirección de la Mente al comprender que Dios es nuestro omnisapiente Padre-Madre, y al comprender nuestra relación eterna con Él como Sus amadas expresiones.
¿Piensa usted quizás que debido a su edad madura tiene poco futuro y, por lo tanto, no tiene nada para qué prepararse? Si es así, debe cambiar su pensamiento acerca de usted mismo y de su vida y comprender su relación inalterable con Dios, que es su Vida y la fuente y dador de su futuro eterno — las continuas exigencias del futuro y la persistente habilidad de usted para enfrentarlas.
Si comprendemos esto y estamos dispuestos a recurrir a Dios, mantendremos abierta instintivamente la línea de comunicación entre Dios y nosotros. Esto es exactamente lo que hizo Cristo Jesús. Él acostumbraba a recurrir a su Padre para que lo guiara. Y fue así que su Padre dirigió sus pasos. Esto fue lo que el Maestro enseño a sus seguidores, cuando los preparaba para el trabajo en el futuro. Para ellos, escuchar a Dios se volvió un hábito que los capacitó para el éxito en el cumplimiento de la misión que hizo época.
Porque en último análisis la felicidad y el éxito de nuestro futuro dependen de nuestra diaria fidelidad a las enseñanzas del Cristo, la Sra. Eddy escribe: “El presente es nuestro; el futuro está lleno de acontecimientos. Todo hombre y mujer deberían ser hoy en día una ley para sí mismos — leales al Sermón del Monte, pronunciado por Jesús”.Mis., pág. 12.
A medida que este espíritu del Cristo llega a ser parte de nuestras actividades diarias, el sincero esfuerzo espiritual de cada día será parte de nuestra preparación para el continuo desarrollo de nuestro futuro.
    