Gran beneficio se deriva del uso acertado del crédito, de pedir prestado o de prestar. Sin embargo, hay quienes se obsesionan a tal punto con el deseo de adquirir cosas, que incurren en nuevas deudas antes de haber cancelado las que ya tienen. Es obvio que estas personas necesitan algo más que pedir prestado suficiente dinero para apaciguar a los acreedores. Necesitan sabiduría.
El hábito de vivir abrumado de deudas o de gastar más de lo que se tiene, exige el que se obtenga y demuestre comprensión espiritual. El exceso de deudas puede representar una acumulación de desaciertos y descuidos, una tendencia a estar de acuerdo con lo falso. Pero el monto total de la deuda en el mundo nunca excede la clasificación del error corregible, el cual la Ciencia Cristiana puede destruir, probando así su nada.
Tales malos hábitos y los sufrimientos que los acompañan provienen de la ignorancia o de la duda acerca de la abundancia siempre presente de Dios; de un concepto erróneo de la totalidad de Dios; y de la desconfianza en Su poder irresistible para expresar Su misericordia de manera práctica en el escenario humano.
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