Al dar el siguiente testimonio, desearía hacer hincapié en que he tenido pruebas muy evidentes en mi vida que me han permitido reconocer la omnipresencia y la supremacía de Dios, que es Vida, Verdad y Amor divinos.
Al tratar de comprender el ser verdadero, es útil reconocer la verdad que encierra la declaración de la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 393): “Sed firmes en vuestra comprensión de que la Mente divina gobierna y que en la Ciencia el hombre refleja el gobierno de Dios”.
Hace algún tiempo uno de mis hijos me invitó a que lo visitara. Ya estaba vestida y aún tenía media hora para ir a tomar el tren. En ese momento un Científico Cristiano, que toma muy en serio su religión, me vino a visitar para traerme alguna literatura de la Ciencia Cristiana. Llegó en un momento inoportuno, y tuve que decirle que tenía muy poco tiempo. Entonces fui a buscar mi bolso que estaba en otro cuarto, es decir, intenté hacerlo, pero en ese momento me sentí muy mal. Ni siquiera tuve tiempo de defenderme reconociendo por medio de la oración la presencia de Dios. Parecía que no tenía la más mínima fuerza o sensación. Cuando quise gritar me di cuenta de que no podía hablar. Aunque imposibilitada, pude, sin embargo, llamar la atención. El visitante entró. Yo no podía mover ni los labios ni la lengua, pero él se dio cuenta de lo que había pasado. Me dijo: “Sentémonos”, y me llevó a un lugar para que me sentara. Para decir verdad, vi que me llevaba y sostenía, pero no podía sentirlo.
Entonces se sentó a mi lado durante tres cuartos de hora, sin decir palabra, pero tomándome la mano. Lentamente empecé a sentir nuevamente su mano, y poco a poco el entumecimiento y la parálisis cedieron y sentí que todo volvía nuevamente a la normalidad. Para mí fue evidente que la oración del visitante, de acuerdo a la Ciencia Cristiana, me había sanado. Ahora comprendo que la omnipotencia y omnipresencia del bien se manifiestan a través de la luz del entendimiento espiritual. Como escribe la Sra. Eddy en Rudimentos de la Ciencia Divina (Pág. 9): “Los pensamientos del practicista deben estar imbuidos de una convicción firme de la omnipotencia y omnipresencia de Dios”. Luego de tres cuartos de hora mi amigo me habló por primera vez y pude contestarle.
Media hora más tarde, al hablar sobre la situación, vimos claramente lo que había ocurrido y ambos tuvimos una percepción tan clara como nunca la habíamos tenido, es decir: de cuán verdadera es la Ciencia Cristiana y de que no hay nada aparte de la Verdad, Dios, y Su cuidado por Su creación.
También aprendí a reconocer que los caminos de Dios son magníficos, aun cuando al comienzo no lo entendamos. Y así fue como un visitante que apareció inesperadamente resultó ser una gran ayuda. Antes de irse, me leyó un pasaje de Ciencia y Salud sobre la perfección eterna de nuestra vida en Dios, que es la Vida del hombre.
Al día siguiente estaba nuevamente cumpliendo con mis tareas. Nada había cambiado exteriormente, todo estaba como antes, pero había algo que era diferente: me embargaba una gran felicidad debido a esta maravillosa curación, y estaba muy contenta de ser miembro de La Iglesia Madre.
He podido ver que tales pruebas sirven para llevarnos hacia un camino en el que gozosamente aprendemos a amar al Padre. Leemos en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos) por la Sra. Eddy (pág. 97): “La Ciencia Cristiana no cura por medio de la fe solamente, sino que combina la fe con la comprensión, lo cual nos capacita para tocar el borde de Su vestido; y comprender que la omnipotencia tiene todo el poder”.
Frauenfeld, Suiza
