Es parte de la iglesia
[Preparado por la Sección Escuela Dominical, Departamento de Filiales y Practicistas.]
[Este artículo sobre la Escuela Dominical aparece en inglés en el The Christian Science Journal de esta misma fecha.]
La Escuela Dominical es parte esencial e inseparable de todas las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico. ¿No debería de ser, entonces, de vital importancia e interés para todos los miembros de las iglesias filiales?
La Sra. Eddy le escribió una vez al superintendente y a los maestros de la Escuela Dominical de La Iglesia Madre (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany — La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 230): “Es un gran gozo saber que aquellos que son fieles a cargos fundamentales, tales como la educación cristiana de los queridos niños, cosecharán la recompensa de la rectitud, se elevarán en la escala del ser, y por fin verán realizarse la promesa del Maestro: ‘Y serán todos enseñados por Dios’ ”.
¿Es la Escuela Dominical de tanta importancia para todos los miembros de la iglesia como la iglesia misma? ¿O hay entre nosotros quienes piensan que la Escuela Dominical es algo un tanto ajeno a la iglesia, algo “allá afuera” o “allá abajo”? ¿Somos cada uno de nosotros, como miembros de la iglesia, fieles a este cargo fundamental?
Tenemos informes de casos que se destacan por lo bien que las iglesias filiales han cuidado de sus Escuelas Dominicales y de los alumnos en éstas. Algunas tienen dos sesiones de Escuela Dominical así como dos cultos religiosos los domingos, y el entusiasmo que sienten por esta prosperidad de su Escuela Dominical es tan grande como el que sienten por la de su iglesia.
Este año una de estas iglesias en Florida, escribió: “Ha habido un despertar al potencial de los alumnos de la Escuela Dominical que son miembros de la iglesia. Además, la Escuela Dominical ha sido pintada de colores brillantes, su biblioteca circulante completamente surtida de nuevo y revivificada, y las clases tendrán Biblias, libros de texto e himnarios nuevos. Los estudiantes saben que son queridos, apreciados y que nos interesamos por ellos, y ellos, con la ayuda de nuestros buenos maestros, han respondido siendo atentos y receptivos, y relatando curaciones”.
Una filial en Inglaterra nos escribió para relatarnos cómo los miembros fueron bendecidos durante el pasado año. La Escuela Dominical había estado inactiva por algún tiempo. Al trabajar en oración por vitalidad y renovación, los oficiales de la Escuela Dominical trataron la iglesia y la Escuela Dominical como una sola. No mucho después de empezar a hacer este trabajo, cinco niños pequeños llegaron repentinamente y se matricularon, y la actividad ha continuado desde entonces.
¿Qué concepto tienen los miembros de la iglesia acerca de los niños?
Una medida para determinar nuestra actitud hacia los niños, la provee el Evangelio según San Mateo, Capítulo 18, donde se nos dice que Jesús, contestando a la pregunta “¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?”, puso un niño en medio de sus discípulos y dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos... Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos”.
¡Qué tierna y respetuosa actitud tenía el Maestro hacia los niños! No es de extrañar que se sintieran atraídos hacia él. ¿No se sentirán los niños de nuestra comunidad atraídos de modo semejante a nuestra Escuela Dominical en la medida en que tengamos el mismo concepto que Jesús tenía de los niños? Nosotros también sentiremos respeto por nuestros niños cuando nos demos cuenta de que ellos son capaces de demostrar su verdadera naturaleza como expresiones de Dios, que ellos poseen un reconocimiento innato de las verdades de la Ciencia Cristiana y la disposición para desarrollar entendimiento espiritual.
¿Por qué no hay una aceptación más general del mérito que tienen nuestros niños? ¿Será quizás porque no hemos analizado lo suficiente la definición de “hijos” que la Sra. Eddy da en el Glosario del libro de texto, Ciencia y Salud? Ella primero los define como “los pensamientos espirituales y representantes de la Vida, la Verdad y el Amor”. Luego expone las pretensiones mortales y finitas acerca de los niños: “Creencias sensuales y mortales; falsificaciones de la creación, cuyos originales superiores son los pensamientos de Dios, no en embrión, sino en madurez; suposiciones materiales de vida, sustancia e inteligencia, opuestas a la Ciencia del ser”. Una parte esencial de nuestras oraciones por nuestros hijos, y por los hijos de los demás, es el percatarnos de que éstos no son mortales opuestos “a la Ciencia del ser”.
Pareciera que la creencia del mundo hoy en día es particularmente dura con los niños. Los medios de información nos presentan un enfoque dual de los niños, ya bien sea como víctimas de abusos vergonzosos por parte de los adultos, o como los poseedores ellos mismos de tendencias depravadas y criminales. Hasta se piensa y dice que el mundo estaría libre de muchos de sus problemas a no ser por los niños. Ciertamente que a nosotros los Científicos Cristianos no se nos encontrará admitiendo estas alegaciones.
¿Estamos proporcionando la mejor enseñanza posible?
La enseñanza correcta en la Escuela Dominical es también de incumbencia para nuestras iglesias. La Sra. Eddy escribe en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 240): “A los niños que no han sido enseñados mal, les es natural amar a Dios; pues son puros, afectuosos, y, por lo general, valientes. Las pasiones, los apetitos, el orgullo y el egoísmo tienen poco dominio sobre el pensamiento prístino y libre de prejuicios”. Ella prosigue: “A temprana edad enseñad a los niños a gobernarse a sí mismos, y no les enseñéis nada que sea incorrecto”.
Lo que enseñamos en la Escuela Dominical puede afectar la vida entera de los niños y jóvenes que asisten a ella. Tenemos el gran privilegio — así como la gran responsabilidad — de asegurarnos que lo que enseñamos sea la verdad sin adulterar, tal como ha sido revelada por la Ciencia Cristiana. Para hacer esto, los maestros y el superintendente necesitan ser transparencias para la Verdad. Como nos dice la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 295): “La mente mortal a través de la cual aparece la Verdad más claramente, es aquella que ha perdido mucha materialidad, — mucho error — a fin de llegar a ser de mejor transparencia para la Verdad”.
Debido a que esto requiere que se viva persistente y consistentemente lo que entendemos espiritualmente, también significa que muchos de nuestros miembros más maduros están bien preparados para enseñar en la Escuela Dominical, aunque a menudo ellos no lo sepan. El que uno sea joven o viejo no tiene en realidad nada que ver con esta demostración de la iglesia, o sea, la provisión de maestros idóneos para la Escuela Dominical. Son cualidades de pensamiento lo que buscamos; y encontramos pensamientos espiritualizados en personas de todas las edades y entre pensadores muy diversos. Ver esto firme y claramente resulta en demostraciones bastante notables, no sólo para la Escuela Dominical sino para la iglesia misma. Cuando las comisiones directivas de las iglesias filiales se enfrenten a la tarea periódica de nombrar personal para la Escuela Dominical, ya sea directamente o a través del superintendente de la Escuela Dominical, muy bien podrían tener en cuenta este hecho. Queremos que los niños tengan lo mejor.
El apoyo amoroso va seguido de progreso
La iglesia que realmente ama a su Escuela Dominical encontrará que hay progreso en su Escuela Dominical. He aquí algunos ejemplos:
Una iglesia en Massachusetts informa: “Se celebraron dos reuniones sobre la Escuela Dominical basadas en el tema de cualidades espirituales y comunicación. En estas sesiones se puso énfasis en las cualidades espirituales que los maestros y alumnos de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana poseen. Los maestros percibieron que a medida que ellos se esforzaran por expresar más ampliamente estas cualidades y por pensar en sus alumnos como ideas completas que gozan ya de éstas, se desarrollaría una mejor comunicación y un mejor entendimiento entre ellos”. Y así fue.
Esta iglesia informa que también tuvieron mucho éxito en atraer de nuevo estudiantes que habían dejado de asistir a la Escuela Dominical y en conservar la asistencia de los ya presentes. El pensamiento de los miembros de la iglesia cambió y sintieron el deseo de acercarse a la comunidad, por lo cual se llevó a cabo un plan de publicidad en los diarios. Ellos escriben: “Todos nosotros nos regocijamos con el desarrollo y el progreso de nuestra Escuela Dominical”.
Una iglesia filial en Nuevo Méjico informó recientemente: “Hace un año, la Comisión de Metas, juntamente con el personal de la Escuela Dominical, convocó a una reunión en provecho de una parte importante de nuestra iglesia — la Escuela Dominical. No sólo se invitaron a los miembros de la iglesia, sino que también los alumnos de la Escuela Dominical y sus padres fueron invitados.
“Un renovado interés por la Escuela Dominical y el deseo de apoyarla, ha tenido como resultado que la asistencia a clases de los alumnos regulares sea más consecuente y éstos, a la vez, estén deseosos de traer sus amigos a la Escuela Dominical.”
La iglesia que ama tanto a sus jóvenes que está dispuesta a aceptarlos como miembros, puede tener experiencias como ésta que se nos informa desde Bloomington, Indiana: “Ahora tenemos cuatro estudiantes de segunda enseñanza que son miembros de la iglesia. Por varios años tres de éstos — muchachos — integraban la Comisión de respuestas a los anuncios en el Monitor, de nuestra iglesia. Hacían todo el recuento y clasificación de los recibos de compra para nuestro representante de anuncios en el Monitor. Los cuatro han sido ujieres en nuestras reuniones de testimonios de los miércoles y en el servicio del Día de Acción de Gracias. Uno de los cuatro, en ocasiones, ha servido como bibliotecario suplente de la Sala de Lectura”.
Las iglesias que hemos citado — y muchas, muchas otras — por el amor y respeto que sienten hacia la Escuela Dominical y sus alumnos, le hacen eco al pensamiento de la Sra. Eddy (Pulpit and Press — Púlpito y Prensa, pág. 9): “¡Ah, niños, ustedes son los baluartes de la libertad, el cemento de la sociedad, la esperanza de nuestra raza!”.
[Esta columna aparece trimestralmente en El Heraldo de la Ciencia Cristiana.]
