En un país donde haya frecuentes terremotos, es posible que se abrigue inconscientemente el temor a ellos. El medir científicamente la intensidad de un terremoto o el preparar un plan de emergencia para el caso de que ocurra uno, puede ser necesario para una ciudad o un país. Pero aun en medio de tales esfuerzos podemos saber la verdad básica acerca del universo de Dios y no temer, entonces seremos guiados por la verdad y protegidos de los terremotos, o de los desastres que ellos ocasionan.
En la Ciencia Cristiana aceptamos la creación espiritual relatada en el primer capítulo del Génesis como la única creación verdadera. Esta versión nos dice que “vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31; Los terremotos por cierto que no son buenos. Por lo tanto, Dios no los creó. Aun con sólo una pequeña vislumbre de la perfecta creación del Espíritu se puede sentir el poder omnipotente de Dios.
Siempre que siento la vibración de un terremoto dirijo mi pensamiento a la creación espiritual de Dios. Cuando tales esfuerzos de oración alcanzan el punto que me satisface, es decir, cuando sólo la creación espiritual tiene realidad en mi consciencia, el terremoto ya no logra amenazar mi paz y seguridad. Esto confirma lo que dijera nuestro Maestro, Cristo Jesús: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32;
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