Nuestra familia ha recibido muchas curaciones mediante la aplicación de la Ciencia Cristiana. Cuando nuestra hija mayor tenía seis meses, la examinó un médico. Había nacido con una mancha roja en la cara. El médico nos dijo que debíamos llevarle la niña para verla nuevamente cuando tuviera dos años de edad. Entonces tendría que usar lentes especiales para que no se le dañara la vista, y más tarde tendría que ser operada. Lamentó que tal cosa le sucediera a una pequeñita.
Nos aferramos al siguiente versículo de la Biblia (Habacuc 1:13): “Muy limpio eres de ojos para ver el mal”. La Sra. Eddy lo dice así en Ciencia y Salud (pág. 357): “Dios es ‘de ojos demasiado puros para mirar el mal’. Sostenemos la Verdad, no aceptando mentiras, sino rechazándolas”. Siguiendo el consejo de una querida amiga, le escribimos a una practicista de la Ciencia Cristiana pidiéndole que nos ayudara. Una referencia bíblica que nos dio para estudiar fue (Mateo 15:13): “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”.
Nuestra hija creció, asistió a la escuela, y ahora está casada. No necesitó usar anteojos especiales, no fue operada, y su piel recobró su color normal.
En una ocasión nuestros dos hijos se habían resfriado y tenían temperatura alta. Nos pusimos firmes en la verdad, como la comprendíamos en aquel tiempo. La niña mejoró inmediatamente, pero no tuvimos el mismo éxito con el niño. Recuerdo que yo tenía temor porque nuestro hijo había dejado de comer y ya no podía caminar. Entonces mi esposo me llevó a mí y al niño a la casa de la practicista, que vivía algo distante de nosotros. Pasamos todo el día allí y al atardecer mi esposo vino a recogernos. Al llegar a casa le preparé al niño algo de comer y comió unos cuantos granos de arroz. Yo tenía plena confianza en el poder de Dios para sanarlo. Al día siguiente el niño volvió a comer, la fiebre desapareció, y pronto recuperó su salud.
Hemos tenido muchas curaciones de las llamadas enfermedades de los niños. En una ocasión nuestra hija no pudo asistir a la escuela durante varias semanas porque tenía una irritación en las manos. Mi hijo, mi esposo y yo comenzamos a sentir la misma comezón en todo el cuerpo. Tuvimos que luchar fuertemente para dominar nuestro temor. El punto culminante ocurrió cuando yo le dije a mi esposo: “¿Y si le ponemos un poco de azufre al agua del baño de cada niño?” y él respondió: “Si crees que eso tiene más poder que Dios, pues hazlo”. Naturalmente, desde ese momento dejé de escuchar a la mente mortal y asumí una posición más firme en favor de la verdad de la totalidad del Espíritu, Dios, y de la irrealidad de la materia como sustancia o vida. Entonces la dificultad comenzó a ceder y en pocos días ya estábamos libres de toda la impureza.
Estoy inmensamente agradecida a Dios por la sabia practicista que nos ayudó en esa ocasión, y por todos los practicistas y amigos que nos han ayudado a comprender más de esta gran verdad que Cristo Jesús enseñó y demostró. Estoy agradecida por la revelación que Dios hizo a la Sra. Eddy, la cual ella compartió con el mundo. En mi estudio de la Ciencia Cristiana he podido entenderme mejor a mí misma, y verme como hija de Dios. Esto me ha hecho comprender lo que Jesús quiso decir con estas palabras (Lucas 17:21, Versión Moderna): “El reino de Dios dentro de vosotros está”.
Por el servicio que he podido dar en una iglesia filial, por ser miembro de La Iglesia Madre, y por haber tomado instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana con una dedicada maestra, estoy inmensamente agradecida.
Porto Alegre, RS, Brasil
