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El mensaje de Navidad: La Vida lo ama a usted

Del número de diciembre de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cómo lo ha tratado la vida? ¿Le ha prometido a usted mucho? ¿Y se han cumplido las promesas? ¿Clasificaría usted su vida como buena, regular, pobre, o qué? ¿Y qué le dice la Navidad acerca de la vida y acerca de usted mismo?

Bueno, cualquiera que sea el concepto que tengamos de la vida, algo ocurrió cuando Cristo Jesús nació que hizo que las cosas fueran diferentes. Y si lo comprendemos ahora, hace que hoy las cosas sean diferentes. Si creemos que hemos fracasado, podemos empezar de nuevo. Si tememos al futuro, podemos cambiar el futuro. Si hemos perdido interés en la vida, podemos encontrar algo por qué vivir. Si tenemos talentos que no hemos usado, podemos encontrarlos y saber cómo expresarlos donde sean necesarios. Si estamos enfermos, podemos estar bien. Si creemos que podemos morir, podemos comprender la Vida y aprender que en la realidad el hombre jamás muere.

Todo este nuevo significado de la vida nos viene porque un niño nació hace veinte siglos en Belén. Pero hay algo más: El niño nació porque la naturaleza de la Vida verdadera es revelarse a sí misma. Y la Vida se revela a sí misma siempre como el Principio divino, el Amor.

El universo es la creación no de la materia sino del Principio. Este Principio, el Amor, es Vida y Verdad. No hay otra vida, otra verdad, u otro amor. Todos son un Principio. La humanidad ha tenido vislumbres de este Principio a través de la historia, y lo ha llamado Dios, el Padre de todos, el Todopoderoso, el Eterno. Pero en las primeras etapas del desarrollo de la civilización, muy a menudo se consideró que la Deidad era colérica, implacable, una personalidad que había de temerse.

Hubo quienes tuvieron claras vislumbres del tierno cuidado que el Padre prodiga a Sus hijos. Los poetas de los Salmos insinúan de muchas maneras el hecho de que Dios se interesa por nosotros. Por ejemplo, encontramos referencias a Él como el Pastor, y como uno que “con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro”. Salmo 91:4; Pero sólo unos pocos vieron los rayos de la luz de Dios que les dijeron que Él sacia “al alma sedienta”. 107:9 (según Versión Moderna);

El anhelo de un individuo de ser alguien, de expresarse de alguna manera, de ser libre, es universal. Comprenderse a sí mismo y ser comprendido, amar y ser amado — tales anhelos identifican al individuo con algo más que materia y como algo que tiene un Principio, una Vida, que no es indiferente. El nacimiento de Jesús dio entrada en la consciencia humana a la verdad que justifica estos anhelos y los satisface. El Principio de todo es el Amor mismo, el Padre cuidando de Su hijo. El hombre es la creación, o idea, de este Principio, está vivo y es amado; vive y ama.

La estructura de la sociedad, que se evidencia a medida que estas verdades son reconocidas, no es restrictiva; es liberadora. Aquellos que oprimen a los demás pueden encontrar su identidad — ser alguien — sin oprimir a nadie. Aquellos que son oprimidos pueden ser libres sin causar daño y pueden bendecir a sus opresores en vez de dañarlos. Aquellos que buscan soluciones a los problemas del mundo pueden encontrar soluciones al reconocer el Principio que es Vida y Amor.

Quienquiera que se sienta atrapado por circunstancias humanas puede sentir, en vez, el amor que la Vida siente para con su creación. La Navidad no es una ocasión de celebraciones materiales sino que es una ocasión para reconocer el amor de la Vida como lo presentó el nacimiento de Jesús. Quizás alguien pueda decir que si no hubiera nacido Jesús, la Vida hubiera encontrado otra manera de hablarnos de su amor para con el hombre. Mas ésta es la manera en que nos lo dijo y continúa diciéndonoslo hoy en día.

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) es la ley siempre actual de Dios, la que interpreta el Principio de la manera en que la humanidad pueda comprenderlo. En la tierra, la interpretación apareció como un niño nacido en un pesebre, la manifestación humana del Hijo de Dios. El Principio siempre se interpretará a sí mismo de la manera en que satisfaga la necesidad individual de ser identificado como la creación del Principio. Dondequiera que haya gente que necesite reconocer su identidad como ideas de la Vida — libres, completas, satisfechas — allí se está evidenciando la verdad del Principio. La Ciencia Cristiana explica esta verdad y nos capacita para que la reconozcamos en nuestro beneficio y en el de los demás. Por medio de la comprensión del amor que la Vida siente para con el hombre — amor que es la relación científica de la Verdad, la Vida y el Amor con su idea, la imagen de Dios — quienquiera que esté atado por circunstancias materiales, puede liberarse. Sea que la esclavitud se manifieste como individualidad suprimida, debilidad heredada, enfermedad, desavenencia, rasgos egoístas, carencia, infortunio, desastres, la verdad que Jesús ilustró durante su vida terrenal es la solución — la verdad de que el Amor divino crea todo, lo gobierna todo, y es Todo.

Hasta el temor a la muerte debe someterse a la comprensión de que la Vida es eterna. El hombre no comienza en la materia, pues Jesús enseñó que Dios, la Vida, es el Padre. La Ciencia que él enseñó y ejemplificó revela ahora a la Vida como Madre también. La Navidad trae a nuestra atención la vida imperecedera del hombre inmortal. A medida que comprendamos a Jesús, nos veremos inseparablemente unidos con todos los hijos de la Vida.

Lo que experimentamos ahora cuando veneramos al Cristo, la Verdad, que Jesús presentó, es curación. Esto no es sino el comienzo del reconocimiento final de la unidad de toda la gente en la Vida que es Amor. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, inicia el prefacio del libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, con estas palabras: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones. El pastor vigilante ve los primeros tenues rayos del alba, antes de que llegue el pleno resplandor de un nuevo día”.Ciencia y Salud, pág. vii.

Cuando nos ocupamos con las actividades de la Navidad, ¿vemos estos “primeros tenues rayos del alba”? ¿Se elevan nuestros pensamientos al comprar y hacer regalos, hacia el Amor cuya expresión en la tierra hace posible que nuestro día esté “lleno de bendiciones”? Si eso hacemos, esta Navidad nos llevará un paso más cerca de la Verdad. Y en la Verdad, la Vida ama a todos.

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