Hace más de cincuenta años mi esposo me pidió que le permitiera llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana,Christian Science (crischan sáiens) después de que la medicina material había fallado para curarme de una seria condición de toxemia. Varios años antes de que yo lo conociera, fue testigo de la curación, mediante tratamiento de la Ciencia Cristiana, de una enfermedad del corazón que padecía su padre. Los médicos le habían dicho que viviría unas seis semanas ―y gozó de cuarenta y cinco años más de vida activa, como sincero estudiante de Ciencia Cristiana.
Yo no sabía nada de la Ciencia, pero estuve de acuerdo en llamar a un practicista. El tratamiento por medio de la oración me trajo inmediatamente paz y alivio, y una íntima convicción de que sanaría y viviría. Desde ese día he dependido de la Ciencia Cristiana para toda curación ―física, mental, económica y espiritualmente.
Mi completa curación hizo que deseara saber qué era lo que me había sanado. Así empezó la aventura más grande que cualquiera puede experimentar ―el estudio de Ciencia Cristiana y su aplicación en la escena humana. Mi equipo para esta aventura de la vida fue la Biblia, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, y las demás obras de la Sra. Eddy.
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