La espiritualidad usualmente tiene una forma de expresión religiosa, pero las enseñanzas y actividades religiosas no siempre tienen un firme elemento espiritual.
La espiritualidad no lucha, ya que, sin esfuerzo, eclipsa a cualquier posible oponente. Está caracterizada por paz y curación. Ver al hombre como completamente espiritual — porque él es la expresión del Espíritu, la causa única — puede ayudar a traer paz a aquellos cuyo compromiso sea exclusivamente con lo religioso, y que pudieran abrigar firmes convicciones humanas de carácter belicoso. “Confiando en la materia para destruir su propia discordancia, la salud y la armonía se han sacrificado”, Mary Baker Eddy explica en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. “Tales sistemas están desprovistos de la vitalidad del poder espiritual, por el cual el sentido material llega a ser el siervo de la Ciencia, y la religión se convierte en la semejanza de Cristo”.Ciencia y Salud, pág. 146;
Para disminuir y eliminar las guerras, la espiritualidad es una exigencia primordial. Si hay una batalla que librar es contra la materialidad, contra la creencia multifacética de que el universo es físico y que el hombre es mortal, discordante y agresivo. Ésta es una guerra santa en todo el sentido de la palabra. Ocurre en la consciencia humana y es un requisito hasta que el último vestigio de la creencia en una consciencia aparte de la divina dé lugar a la realidad de una Mente infinita, el bien universal.
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