Era una reunión de testimonios de los miércoles bastante típica en una iglesia de la Ciencia Cristiana. Noté a dos jóvenes visitantes. Habían entrado para observar nuestro culto religioso. El Primer Lector leyó inspiradoras selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Los testimonios de curaciones y los comentarios expresados por la congregación proporcionaron útiles discernimientos espirituales. ¡Y entonces sucedió! Me consterné cuando uno de los asistentes dio un testimonio que ciertamente podría desviar o confundir a quien fuera nuevo en la Ciencia Cristiana.
Después del culto religioso conversé brevemente con los dos jóvenes visitantes, y uno de ellos dijo que estaba muy agradecido por el culto y, que realmente los testimonios habían sido muy provechosos. Por supuesto, dijo, hubo uno que obviamente era incompatible con la lectura y demás comentarios. El joven había distinguido claramente lo que era útil y válido de lo que no lo era.
¿Acaso, de vez en cuando, no somos todos recién llegados o extraños a una multitud de ideas, conceptos, y algunas veces rumores? ¿Qué tan bien reconocemos importantes diferencias entre la verdad y el error, hechos y ficción, realidad y rumor? ¿Qué le permitió a ese joven hacer la distinción apropiada? En realidad, ¿qué es lo que nos da a cualquiera de nosotros tal capacidad de discernir cuando nos enfrentamos con algo que no nos es familiar o con indicios contradictorios?
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