Durante más de treinta años, desde que comencé el estudio de Ciencia Cristiana, he confiado únicamente en Dios para la curación. La Mente, Dios, ha sido mi única medicina.
Supe de la Ciencia Cristiana por primera vez durante la Segunda Guerra Mundial cuando asistí a una conferencia sobre Ciencia Cristiana en Bulawayo, Rodesia. Entré al salón donde se daba la conferencia sin un conocimiento previo acerca de la Ciencia Cristiana, aparte de haber visto el anuncio de la conferencia en una pantalla cinematográfica unos días antes, y salí una hora después grandemente bendecido. La lógica de las palabras del conferenciante me impresionó tanto que rápidamente respondí a una invitación para asistir a un oficio religioso y después de eso me convertí en un asiduo concurrente.
En aquel tiempo me sentía desesperadamente separado de mi esposa e hija que se encontraban en Inglaterra y temía por su seguridad. A medida que crecía un poquito cada día en mi entendimiento de la Ciencia Cristiana y la ley de armonía de Dios, logré una mayor paz de espíritu y un maravilloso sentido de Su protección para con mis seres queridos.
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