Una Científica Cristiana que paseaba con su hijito observó cómo éste trataba en vano de saltar sobre su propia sombra. Finalmente el niño corrió desilusionado hacia ella y le dijo desanimado: “¡No puedo hacerlo¡” La madre, sonriendo, lo consoló diciéndole: “¡Nadie puede saltar sobre su propia sombra¡” “¿No se puede?”, preguntó el niño asombrado, y después de reflexionar un momento se fue a jugar.
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