Una Científica Cristiana que paseaba con su hijito observó cómo éste trataba en vano de saltar sobre su propia sombra. Finalmente el niño corrió desilusionado hacia ella y le dijo desanimado: “¡No puedo hacerlo¡” La madre, sonriendo, lo consoló diciéndole: “¡Nadie puede saltar sobre su propia sombra¡”
“¿No se puede?”, preguntó el niño asombrado, y después de reflexionar un momento se fue a jugar.
En otra ocasión, en que la madre sentía fuertes síntomas de resfrío y jaquecas, hizo algo parecido, tomado en un sentido mental y simbólico, a lo que su hijito había tratado de hacer en vano: intentó “saltar sobre su sombra” — trató de vencer por medio de la voluntad humana su creencia de que era un mortal que sufre. No obstante, su estado no cambió, y por último, desilusionada, se dijo también: “¡No puedo hacerlo!”
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