En este momento — ahora mismo — podemos reconocer que moramos en la luz infinita, porque Dios es Luz y el reflejar la Luz única, Dios, es la función eterna del hombre. Pablo escribió: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados ... Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”. Efes. 5:1, 8; La Ciencia Cristiana nos ayuda a reconocer al hombre como hijo de Luz, la imagen del Espíritu, plenamente dotado del poder de la Verdad, reflejando el resplandor y la alegría de la Vida y el Amor divinos.
Para ser “hijos de luz” debemos reflejar a Dios en toda nuestra manera de proceder, y sólo podemos hacer esto cuando conocemos correctamente al Padre. Cristo Jesús hizo hincapié sobre esto cuando les dijo a sus discípulos que conocer a Dios correctamente es vida eterna. En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios es Verdad, Mente, Principio, Espíritu, Alma, Vida y Amor infinitos. Conocer a Dios como el bien infinito es abrigar y expresar buenos pensamientos, estar siempre conscientes del bien y activos en el bien. Comprender a Dios como Verdad inmortal es ser veraz y honrado. Entender a Dios como Mente divina que todo lo sabe es pensar sabiamente, inteligentemente, espiritualmente. Conocer a Dios como Amor, como Principio divino del ser que vivifica, es ser amable, generoso y desinteresado, ordenado y respetuoso de la ley. Discernir a Dios como Vida omnipresente es manifestar el vigor, la vitalidad y la abundancia de la Vida. Comprender a Dios como Espíritu es estar inspirado, ser santo y puro. Entender que Dios es el Alma de todo es tener el sentido espiritual, que Dios nos ha dado, de todas las cosas — estar feliz, ser armonioso y estar satisfecho. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El hombre es la idea del Espíritu; refleja la presencia beatífica, llenando el universo de luz”.Ciencia y Salud, pág. 266;
Refiriéndose al Cristo, el poder y la autoridad de la Verdad, que él manifestaba, Cristo Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12; Él sanó al enfermo, reformó al pecador, alimentó al hambriento, resucitó a los muertos. Vino al mundo para dar testimonio de la Verdad, para que todos los hombres pudieran liberarse del sueño de la materialidad y demostrar su filiación con Dios en la salud, la armonía y el bien abundante.
Jesús tenía una comprensión tan clara de la totalidad de Dios y de la naturaleza inmortal y sin pecado del hombre como semejanza de Dios, que las creencias en el pecado, la enfermedad y el sufrimiento no podían persistir ante tal comprensión. Él mantenía su luz — su radiante conocimiento de la totalidad del bien — constantemente resplandeciente, y donde hay luz, no hay oscuridad. Donde está el Amor divino, no hay odio; donde está la Vida, no hay muerte; donde está el Principio, no hay desorden; donde está la Mente, no hay ignorancia. El Amor divino, la Vida, el Principio y la Mente divinos están en todas partes, y demostramos que están en todas partes en la proporción en que los reflejamos en la vida diaria.
Si alguna vez los oscuros nubarrones del desaliento y del temor nos hunden, podemos dejar que la luz del Cristo, la Verdad, ilumine nuestros pensamientos hasta que la creencia en el pecado y el sufrimiento sea borrada. El Apóstol Juan se refiere al Cristo como la “luz verdadera, que alumbra a todo hombre”. 1:9; No hay oscuridad en el hombre porque no hay oscuridad en Dios, porque el hombre refleja únicamente Su luz. La Sra. Eddy explica: “El hombre brilla con luz prestada. Refleja a Dios como su Mente, y este reflejo es sustancia, — la sustancia del bien”.Retrospección e Introspección, pág. 57;
Cuando permanecemos constantemente en la Verdad, no nos dejamos engañar por los nubarrones amenazadores del testimonio material. El Amor creó al hombre a su imagen, y el hombre espiritual es perfecto en Dios. No está en proceso de ser creado. El error no puede alterar nada en la creación de Dios. Los pensamientos del testigo de Dios son inmunes a las tinieblas de la tristeza porque tienen su origen en Dios, que es Luz.
La Mente divina es Todo-en-todo, y la consciencia verdadera del hombre no incluye pensamientos mortales deprimentes de ninguna clase. De hecho, el hombre es la consciencia individual que refleja siempre a Dios. Este hombre real — nuestro verdadero ser — manifiesta ininterrumpidamente la salud, la pureza y la perfección, y la Mente que lo crea y lo gobierna como idea, lo provee eternamente de pensamientos verdaderos. Cuando afirmamos constantemente esta verdad y la atesoramos con gratitud, ella protege nuestra vida humana y nos une a la armonía espiritual invariable. La luz de la Verdad de la cual nos damos cuenta cada vez más, no tiene nubes y es eterna. Nos está llevando al reconocimiento de la existencia espiritual.
Es posible que a veces nos sintamos tentados a decir: “He trabajado fielmente y, sin embargo, no veo evidencia del bien”. ¿Estamos quizás buscando la evidencia en la materia o en la materialidad en vez de buscar la semejanza de Dios en el pensamiento y en la acción? La Sra. Eddy nos lanza el desafío de que demos prueba de nuestro progreso hacia el Espíritu: “¿Quién recuerda que la paciencia, el perdón, la fe inquebrantable, y el afecto son las señales por medio de las cuales nuestro Padre indica las distintas fases de la redención del hombre del pecado, y su entrada en la Ciencia?”Miscellaneous Writings, pág. 100;
Decir la suave palabra que ayuda a vendar el corazón herido; declarar la libertad y perfección del hombre a los encarcelados por el temor, la duda y el desaliento; tomar parte en las actividades de nuestra iglesia con amor de manera que todos puedan percibir el brillo cálido de la alegría y la presencia sanadora del Cristo — esto es dejar que nuestra luz brille.
La individualidad perfecta e inmaculada del hombre — su verdadera identidad — está en el Espíritu, a salvo en la sustancia del Alma. Su vida, individualidad y su ser consciente están establecidos por la Mente. Sólo el Principio divino determina sus condiciones. El Amor mantiene su perfección y santidad. Este ser espiritual refleja o incorpora todo lo que existe en la Mente divina, todas las cualidades e ideas. Estas verdades del hombre son prácticas, y ahora es el momento de demostrarlas en nuestra vida humana. ¡Dejemos que se despejen las oscuras nubes del pensamiento mortal! Entonces usted podrá contemplar su único ser verdadero —¡el hijo de luz!
En Isaías leemos: “Levántate, resplandece; porque... la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”. Isa. 60:1; Ahora mismo, estamos en la inmensidad de la infinitud, en donde Dios reina supremo y el hombre, Su idea, refleja plenamente la continuidad y perfección eternas de su creador. Un himno lo dice así:
Levántate y verás
tu luz resplandecer;
Dios es tu sol, Cristo es tu luz;
sé tú reflejo fiel.Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 14;
A medida que se disipen ante vuestra visión iluminada los oscuros nubarrones del sentido corpóreo y limitado, contémplese reflejando el eterno ser de Dios. Descubra que su salud y su felicidad son otorgadas por Dios — gloriosas y permanentes. Acepte su lugar en el reino de Dios. Es el regalo que vuestro Padre le da. Las Escrituras declaran asegurándonos: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”. Mateo 25:34. Regocíjese, entonces, porque vuestro Padre-Madre lo comprende, porque Él lo mantiene eternamente perfecto, libre de dolor o deterioro. Dé gracias porque vive en la luz eterna de la Verdad, no en la oscuridad de la ignorancia y el temor. Entienda que está bendecido con el buen éxito y no agobiado por la frustración y la desilusión. Reconozca que Dios lo ha dotado de sentido espiritual, capacitándolo para mirarse a sí mismo y a los demás como “hijos de luz”, coexistentes con Dios, y reflejando eternamente la belleza y la gloria del Alma.