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¿Es un empleo lo que necesito?

Del número de marzo de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si de repente uno se queda sin empleo, puede que surjan muchas preguntas: ¿Cómo y dónde puedo encontrar otro empleo? ¿Cómo voy a vivir hasta que lo consiga? ¿Cómo puedo ganar algún dinero rápidamente? Y así por el estilo.

Si comprendemos algo de la Ciencia Cristiana habremos aprendido por experiencia que la aplicación de la verdad espiritual que esta Ciencia enseña responde a estas preguntas y resuelve el problema. Millares de testimonios verificados confirman la eficacia de esta Ciencia. Habremos aprendido que el hombre, la semejanza de Dios, siempre está empleado en expresarlo a Él. Si no fuera así, habría un lugar en el que Dios, la Mente divina omnipresente, no está expresada por Su idea, el hombre. Esto es imposible.

La expresión de Dios, el hombre, no puede dar pasos retrógrados. Si pudiera, eso significaría que Dios, el Principio divino, nuestra única Mente, ha dado pasos retrógrados, se ha separado de puntos de vista anteriores, quizás ha cambiado Su manera de pensar de la certidumbre a la incertidumbre. Esto es ilógico. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Dios expresa en el hombre la idea infinita, desarrollándose eternamente, ensanchándose y elevándose más y más desde una base ilimitada”.Ciencia y Salud, pág. 258; Puesto que Dios está expresándose a Sí mismo constantemente, Él está siempre sosteniendo y proveyendo a Su expresión.

Sin embargo, cuando tenemos necesidad de algo y quizás hasta nos sintamos consternados, estas verdades pueden parecernos teóricas, y distantes del duro mundo de la realidad. Quizás hayamos aprendido que el hombre siempre está empleado en expresar a Dios; que su empleo es expresar a Dios — y puede que digamos que “todo eso está muy bien, pero...” Como oí decir a alguien: “Es posible que haga todo lo que puedo para expresar la naturaleza, bondad y amor de Dios, pero, ¿cómo puedo ganar dinero? Lo que necesito es un buen empleo que me permita cumplir con mis obligaciones. ¡Me ocuparé de mi progreso espiritual cuando este problema se resuelva!”

¡He aquí la esencia del asunto! ¿Cómo vamos a resolver nuestros problemas y satisfacer nuestras necesidades mediante el trabajo metafísico en la Ciencia Cristiana y mediante nuestro desarrollo espiritual, cuando el problema existe en el mundo material y concreto? Esto parecería como estar trabajando en el Este para resolver un problema del Oeste.

¡Puede parecer así! Sin embargo, examinemos esta manera de pensar. Si pensamos así veremos dos mundos separados, el mundo espiritual por un lado y el material por el otro. Nos sentimos inducidos a verlos como equivalentes. Pero esto es un engaño. Sólo el mundo espiritual es verdadero. La Sra. Eddy escribe: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.ibid., pág. 269; Lo material es irreal aunque nuestros sentidos insistan en que es real.

Puede que no lo entendamos de inmediato, pero paso a paso llegamos a comprenderlo. Como escribe la Sra. Eddy: “El progreso quita las cadenas humanas. Lo finito tiene que ceder a lo infinito. Avanzando hacia un plano de acción más alto, el pensamiento se eleva del sentido material al espiritual, de lo escolástico a lo inspirado, y de lo mortal a lo inmortal. Todas las cosas son creadas espiritualmente. La Mente, no la materia, es el creador”.ibid., pág. 256;

Cada vez que resolvemos un problema mediante comprensión espiritual, nos elevamos y llegamos a estar más conscientes del único mundo verdadero, el mundo espiritual. Nos hemos elevado viendo y probando la irrealidad de una afirmación material más.

La falta de habilidad para encontrar el empleo necesario proviene de la aceptación de una creencia errónea. Cuando ese concepto erróneo se corrige con el correcto, y se substituye con la verdadera convicción de nuestro empleo eterno, el problema queda resuelto. La solución se efectúa en nuestro pensamiento, ya que es ahí donde el problema radica. Entonces, las “señales que... [siguen]” Marcos 16:20; pronto se manifiestan en forma de empleo e ingresos — evidencia clara de nuestra comprensión espiritual. Yo he tenido pruebas de esto.

Hace algunos años me dejaron cesante de repente, sin ninguna razón aparente, cuando desempeñaba un alto cargo en publicidad. Para satisfacer mis obligaciones me dediqué, en seguida, a buscar un nuevo empleo. Hacía varios años que era estudiante de Ciencia Cristiana y confiaba en que ese problema pronto se resolvería armoniosamente. Pero a pesar de mucho trabajo metafísico nada se resolvía. No encontraba anuncios en los diarios que describieran empleos que yo pudiera solicitar, y no recibía llamadas telefónicas.

Un día, después de casi cuatro meses de estar cesante, me di cuenta de que había orado mucho de manera científica — que había hecho bastante trabajo metafísico — pero siempre había estado evaluando su eficacia según los resultados materiales. En cierta forma había usado la Ciencia Cristiana como una clase de medicina para una condición material, mi desempleo, dándole así a la materia una poderosa realidad.

Una vez más tuve que aprender que hay sólo una realidad, y ésta es la realidad espiritual y armoniosa. Habiéndome, pues, percatado de la base errónea de mis oraciones anteriores — y algún concepto material es siempre el culpable de cualquier demora en la curación — después de estudiar más, llegué a ese estado de consciencia en que el hombre está siempre empleado, no en teoría, sino en realidad. Sentí una profunda convicción de estar empleado por el Principio, Mente, Alma y que siempre había estado empleado y siempre lo estaría — como cualquier otro en el universo, a pesar de lo que los sentidos traten de decirnos. Vislumbré el significado de las palabras de Cristo Jesús: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17;

Necesitaba proteger esa convicción. Amigos y parientes me llamaban frecuentemente por teléfono expresando su interés por mi situación, diciendo que estaban preocupados por lo que podría pasar si esa situación adversa se prolongaba. Pero yo estaba convencido.

Después de una semana, un anuncio insignificante llamó mi atención. Presenté mi solicitud, me respondieron rápidamente, tuve varias entrevistas inspiradoras, y obtuve empleo en un ramo de trabajo completamente distinto al que había estado haciendo. Era un empleo en fomento que incluía constante instrucción adicional y un sueldo mejor que el anterior. Con el tiempo he comprobado que era el trabajo ideal para mí, y he podido contribuir a la firma de distintas maneras, de las que, ni la compañía ni yo, nos dimos cuenta al principio.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”. Prov. 3:5. La solución correcta, que es la solución ideal, puede que se presente de manera muy distinta de la que uno piensa. Se manifestará con certeza científica, cuando nos “[fiemos] de Jehová de todo [nuestro] corazón” — cuando nos olvidemos de nosotros mismos y dejemos de estar comprobando si se cumplen nuestros planes, deseos, soluciones determinadas e intenciones materiales, y en plena confianza lo dejemos en manos de Dios. Él nos mostrará lo que ha sido la verdad de la situación en todo momento.

El regocijo, alivio, paz y agradecimiento que sentimos entonces, no pueden compararse con ninguna otra cosa. En ese momento el problema se resuelve en el único lugar en que existió — en el pensamiento humano. Y “las señales” del progreso espiritual de cierto le seguirán.

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