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El Amor estaba allí

Del número de marzo de 1977 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Carolina había estado esperando ansiosamente el día en que iría a visitar a Anita. Siempre se divertían mucho juntas y, como su mamá iba a salir casi todo el día, había arreglado para que Carolina se quedara hasta las tres de la tarde en la casa de su amiga. Luego su mamá las iba a ir a buscar y las llevaría a una fiesta en la biblioteca. Carolina esperaba ganar un premio en la fiesta por haber leído tantos libros durante el verano.

Cuando llegó a la casa de Anita, se sorprendió un poco al ver a Margarita allí. Al principio Carolina se sintió un poquito celosa porque Margarita vivía cerca de Anita y podía jugar con ella cualquier día. “¿Por qué tendrá que meterse en nuestra amistad?”, pensó.

Después de que su mamá se fue, las cosas no iban muy bien. Primero, Margarita y Anita corrieron y se escondieron de ella. Luego comenzaron a hablar en voz bajita entre ellas y a reírse, pero no contaron a Carolina ninguno de sus secretos. A Carolina le costó mucho no llorar. Después de varios intentos de jugar con las chicas, decidió estar sola y leer un libro. Finalmente llegó su mamá para llevarlas a la fiesta. — No queremos ir a ninguna fiesta aburrida, ¡uff! — comenzaron a decir Anita y Margarita. Y Carolina para no ser diferente estuvo de acuerdo. — Sí, no queremos ir a la fiesta — dijo.

La mamá se dio cuenta de que Carolina estaba a punto de llorar. — Ninguna de ustedes tiene que ir a la fiesta, si no quiere — dijo —, pero Carolina debe irse conmigo ahora de todas maneras.

Carolina, que aún deseaba quedarse unos momentos más con Anita salió de la casa de mala gana. Le resultaba difícil recordar sus buenas maneras y agradecer a su amiga por haberla invitado.

—¿Te divertiste? — le preguntó su mamá cuando entraron al auto. Carolina se echó a llorar y le contó a su mamá cuán infeliz se había sentido. La mamá convenció a Carolina de ir a la fiesta de la biblioteca, y durante el camino le recordó algunas cosas que Carolina sabía gracias a la Ciencia Cristiana. — Carolina, tú sabes que Dios es Amor, y que Él es el único poder y presencia. ¿Sentiste hoy que el Amor no estaba allí donde tú estabas?

— Sí, — dijo Carolina.

—¿Crees que Margarita y Anita tienen el poder de evitar que Dios esté contigo?

—¡Por supuesto que no! — contestó rápidamente Carolina.

— Entonces no pueden evitar que el Amor esté contigo, y no importa lo que digan o hagan, no pueden evitar que tú seas amada, que sientas la presencia del Amor, o que expreses amor hacia ellas de la manera en que Cristo Jesús dijo que deberíamos hacerlo.

Carolina pensó por un momento. — Sí, Anita es mi mejor amiga, ¡y pase lo que pase, siempre la querré!

— Y Margarita no puede quedar fuera de la presencia de Dios tampoco. Ella también debe estar incluida en tu amor — agregó su mamá.

Esto no era fácil, porque Carolina de alguna manera sentía que Margarita se había interpuesto entre ella y Anita. —¿Puede un rayo de luz estar separado del sol? — continuó diciendo la mamá.

— No, — dijo Carolina. Y pensó: “¿Pero qué tiene que ver eso con nosotras?”

— Tampoco el Amor puede estar separado de ninguna de Sus ideas o expresiones. De la misma manera en que ellas no pueden evitar que tú sientas la presencia y el poder del Amor, tampoco tú puedes evitar que ninguna de ellas se dé cuenta de la presencia del Amor. ¡No puedes quitarles el Amor!

En ese momento llegaron a la biblioteca. Carolina, sí, recibió un premio y muchos caramelos, pastel y chicles. Mientras volvían a su casa, Carolina le quitó el papel a un chicle y leyó el mensaje que traía. Al pie del mensaje había una pequeña máxima para el día. Decía: “La manera de recibir amor es dar amor”.

—¡Mira! — dijo Carolina —, aquí hay un buen pensamiento para mí—. Y se lo leyó a su mamá.

— Sí, ya lo creo — dijo su mamá—, Carolina, ¿sabes por qué amamos? ¿Es sólo porque alguien es amable con nosotros o porque todo nos ha salido bien?

— No, — dijo Carolina pensando profundamente.

—¿Sabes, Carolina? La Biblia dice: “Dios es amor”, Juan 4:16; y tú no puedes evitar expresar amor porque expresas a Dios, tú eres Su idea — continuó diciendo su mamá.

A Carolina le gustó mucho esto, y lindos sentimientos hacia Antia y Margarita llenaron su corazón.

Al día siguiente algo maravilloso pasó. Una nueva chica se mudó al barrio de Carolina. Nunca nadie de su edad había vivido cerca de la casa de Carolina, por lo tanto aquí tenía la oportunidad para verdaderamente dar mucho amor. Una semana después otra chiquita se mudó a su barrio. Y también otra amiga vino a vivir cerca. Carolina ahora no sólo tenía muchas nuevas amigas a quienes amar, sino que Anita y Margarita eran más amables con ella también. La próxima vez que estuvo con ellas, verdaderamente vio lo que la Sra. Eddy dice: “Ningún poder puede resistir al Amor divino”.Ciencia y Salud, pág. 224. Carolina verdaderamente sintió la presencia del Amor.

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