Carolina había estado esperando ansiosamente el día en que iría a visitar a Anita. Siempre se divertían mucho juntas y, como su mamá iba a salir casi todo el día, había arreglado para que Carolina se quedara hasta las tres de la tarde en la casa de su amiga. Luego su mamá las iba a ir a buscar y las llevaría a una fiesta en la biblioteca. Carolina esperaba ganar un premio en la fiesta por haber leído tantos libros durante el verano.
Cuando llegó a la casa de Anita, se sorprendió un poco al ver a Margarita allí. Al principio Carolina se sintió un poquito celosa porque Margarita vivía cerca de Anita y podía jugar con ella cualquier día. “¿Por qué tendrá que meterse en nuestra amistad?”, pensó.
Después de que su mamá se fue, las cosas no iban muy bien. Primero, Margarita y Anita corrieron y se escondieron de ella. Luego comenzaron a hablar en voz bajita entre ellas y a reírse, pero no contaron a Carolina ninguno de sus secretos. A Carolina le costó mucho no llorar. Después de varios intentos de jugar con las chicas, decidió estar sola y leer un libro. Finalmente llegó su mamá para llevarlas a la fiesta. — No queremos ir a ninguna fiesta aburrida, ¡uff! — comenzaron a decir Anita y Margarita. Y Carolina para no ser diferente estuvo de acuerdo. — Sí, no queremos ir a la fiesta — dijo.
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