El hombre y la mujer creados por Dios son gobernados por Su ley inmutable.
La ley divina gobierna todo el universo espiritual. Esta regla jamás puede quebrantarse y siempre es buena. Obra para mantener el bienestar total de los hijos de Dios sin permitir la más mínima caída de la perfección del Principio divino.
En ningún momento es la identidad verdadera y espiritual de cualquier individuo menos que la imagen de la Verdad y el Amor eternos. En la Ciencia del ser es imposible que alguien pueda desviarse del orden decretado por el gobierno divino, así como tampoco puede haber divergencia en la exactitud de la ciencia de los números.
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