Gedeón es uno de los jueces más notables que se menciona en el libro de los Jueces como libertador de su pueblo del peligro o la opresión. Su preparación parece haberse encaminado más hacia la agricultura que hacia la política o la milicia, porque estaba sacudiendo el trigo en la granja de su padre cuando recibió esta promesa: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (Jueces 6:12).
Sin dejar de reconocer las veces en que Dios había liberado a Israel con anterioridad, Gedeón admitió que en su época se podían ver muy pocas pruebas de tal protección, porque los madianitas nómadas, que eran “en grande multitud como langostas” (versículo 5), destrozaban la región, destruyendo el ganado al igual que las cosechas. Pero se le aseguró que el Señor estaría con él a pesar de su humilde disculpa por su incapacidad personal, o tal vez debido a ello. Por medio de él se terminaría la esclavitud a los madianitas.
La primera tarea que le fue asignada a Gedeón fue un desafío específico a la idolatría. Su padre, Joás, había erigido un altar a la deidad cananea Baal y había levantado a su lado lo que ahora generalmente se considera que es un ídolo de madera tallado o un tótem. Obedeciendo una orden divina, Gedeón destruyó el altar y usó la madera del tótem como leña para sacrificar un toro en honor a Jehová. Por esto tuvo que enfrentar la ira de sus vecinos que lo amenazaron con darle muerte. Sin embargo, su padre lo apoyó, haciendo notar de manera sarcástica que si se había violado el honor de Baal, le correspondía a Baal mismo reivindicarse si era en verdad una deidad.
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