¿Acaso existe algún remedio para el alza de costos? ¿Hay alguna panacea para el temor, la preocupación, y la tristeza que ocasiona la perspectiva económica?
Sí, hay una panacea infalible, y Cristo Jesús la dio a la humanidad. Al hablar a quienes le escuchaban acerca de la necesidad de alimento y vestimenta, y al asegurarles que Dios, nuestro Padre celestial, conoce nuestras necesidades, dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33; Cuando damos prioridad a lo principal, como se nos aconseja en este texto bíblico, comprendemos esta pequeña palabra “añadidas” en su verdadero significado, y esto evita que nos sintamos perturbados acerca del costo de las necesidades humanas.
¿Es práctico el método trazado por Jesús? Por cierto que sí. La obediencia al consejo de Jesús ha probado ser práctica en mi vida durante muchos años, y me siento realmente agradecido por esta enseñanza. A medida que nuestro pensamiento se transforma de una base material a una base espiritual, nos encontramos cada vez menos preocupados sobre el alza de costos y cada vez más preparados para confiar nuestro bienestar a la sabiduría de Aquel que creó el universo. Nos volvemos más y más confiados en que en todas partes y para siempre, el costo de la vida verdadera — lo que ella nos exige — es obediencia total a los mandamientos de Dios. Cuando percibimos esto y comprendemos en cierto grado que nuestro ser verdadero no puede ser afectado por el alza de precios, nuestro pensamiento se ve en gran parte liberado para aceptar los beneficios de la vida espiritual y sus bendiciones.
El costo de la vida verdadera jamás ha sido alterado. En razón de su naturaleza debe permanecer invariable, enteramente inmune a las alzas y bajas de los valores mundiales. Cristo Jesús reveló el verdadero costo de vida cuando dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3; La necesidad imperativa no es poseer dinero; es conocer a Dios. Evidentemente esto no tiene precio en dinero, sino que demanda de cada persona devoción, dedicación y obediencia a Dios. Siempre es de gran ayuda reconocer con gratitud que el hombre en su verdadero y único ser es inseparable de Dios y, por lo tanto, no está afectado por la pretensión mendaz y falsa del sentido mortal.
La iluminación espiritual puede evidenciar convincentemente el estado elevado del hombre como hijo de Dios, y no como hombre caído. El hombre refleja todas las cualidades sostenedoras y vivificadoras inherentes a su fuente divina, cualidades que, aunque no es posible adquirirlas con dinero, tienen realmente un valor inestimable. En la creación de Dios todo es bueno, infalible y siempre accesible, y Dios requiere de nosotros que nuestro concepto de la vida esté de acuerdo con estas condiciones ideales.
Jamás debemos permitir que las condiciones o situaciones mundiales influyan adversamente nuestro pensamiento. Necesitamos corregir nuestro pensamiento cuando el costo de vida, según el mundo lo entiende, pretenda perturbarnos. Manteniéndonos ocupados haciendo esto ayudará a sanar el pensamiento de la humanidad y a elevarlo a un nivel más elevado y más armonioso. La creación de Dios, incluyendo el hombre, es completa y perfecta, es el resultado de la sabiduría e inteligencia divinas y está alimentada y sostenida por el Amor divino.
La confianza y la fe en Dios, en lugar de la ansiedad y la preocupación, traen resultados constructivos a nuestra vida. El conocimiento espiritual — el entendimiento de lo que es verdadero y de lo que no es verdadero — evita nuestra caída en el abismo de la desesperación. Cuando las condiciones terrenales nos perturban, es menester que miremos en la dirección correcta. Asegurándonos de que nuestros pensamientos reflejan a Dios, no obstante las condiciones terrenales adversas, y manteniendo nuestro pensamiento unido a Dios, en vez de persistir mentalmente en el triste panorama que presenta la mente mortal, traerá a nuestra vida humana las ideas divinas que nos consolarán, sostendrán y elevarán. Gradualmente comprenderemos la vida como Dios la concibe y permaneceremos imperturbables ante las fluctuantes creencias mundiales.
El progreso espiritual nos equipará para ver las creencias de la existencia material por lo que son. Así estaremos mejor capacitados para percibir el carácter temporario de estas creencias, seguir la acción apropiada para corregirlas, y avanzar en la tarea más importante de ampliar nuestro conocimiento acerca de la identidad verdadera — identidad que es mantenida y sostenida no por medios materiales sino únicamente por Dios, el Amor divino. La Sra. Eddy señala el camino, y aparta el pensamiento de las necesidades materiales temporarias y lo dirige al requerimiento vitalmente importante, cuando declara en el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “Más que nada necesitamos la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, expresándose en paciencia, humildad, amor y buenas obras”.Ciencia y Salud, pág. 4.
La Ciencia Cristiana es práctica. Abre el camino para que todos vivamos una vida de paz y gozo espirituales y constantes, de salud y santidad, en conformidad con la voluntad o ley de Dios, cada vez más libres de las preocupaciones asociadas con la creencia en una vida aparte de Dios, la única Vida. No obstante, la dedicación y devoción son cualidades vitales e indispensables para el logro de esta meta.
