Doquiera que parezca presentarse una necesidad, la respuesta no radica en aumentar o mejorar la materia, sino en obtener un reconocimiento más claro del hecho de que el ser es espiritual y que refleja a Dios, el Espíritu. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), escribe: “El ser es Dios, Espíritu infinito; por tanto, no puede tener conocimiento de nada que sea material, o que esté fuera de la infinitud”.Miscellaneous Writings, pág. 72; En todos sus libros la Sra. Eddy muestra que, puesto que Dios es Espíritu infinito y el hombre la semejanza de Dios, como lo declara la Biblia, el hombre debe reflejar todas las cualidades espirituales de Dios y ser incapaz de “tener conocimiento de nada que sea material”.
Cristo Jesús dijo: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”. Juan 6:63; Sobre esta base la Ciencia Cristiana demuestra que la necesidad de la humanidad es siempre la de comprender la naturaleza del ser verdadero como expresión del Espíritu. Cuando por lo menos en cierta medida comenzamos a comprender la pureza y perfección del Espíritu, inevitablemente comenzamos a amar el Espíritu y a esforzarnos por vivir diariamente de acuerdo con el Espíritu. Así, paso a paso, vamos despertando del sueño del materialismo. El que tiene una percepción de esta meta y opta por dedicarse devotamente a obtener una mayor comprensión espiritual, tal vez se pregunte: “¿Cómo puedo espiritualizar mi pensamiento?”
En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, la Sra. Eddy explica, de manera sencilla, cómo puede hacerse. Por ejemplo, en el capítulo titulado “Recapitulación”, la primera pregunta es “¿Qué es Dios?”, y la respuesta explica: “Dios es Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor, infinitos, incorpóreos, divinos y supremos”. Luego la Sra. Eddy pregunta: “¿Son estos términos sinónimos?” y comienza su respuesta así: “Lo son”.Ciencia y Salud, pág. 465;
En el Evangelio según San Juan se relata que Jesús le dijo a la mujer de Samaria: “Dios es Espíritu”. Juan 4:24; En el pasaje citado la Sra. Eddy define a Dios no sólo como Espíritu sino también como Mente, Alma, Principio, Vida, Verdad y Amor. Cada uno de estos términos se encuentra explícita o implícitamente expresado en la Biblia.
Como Dios es Espíritu, y el Espíritu es la Mente divina, de ello se sigue que un pensamiento que exprese las cualidades de la Mente necesariamente ha de ser un pensamiento espiritual. Un pensamiento que exprese las cualidades de cualesquiera de estos sinónimos, ya se trate de Alma, Principio, Vida, Verdad o Amor, será un pensamiento espiritual.
La Mente infinita expresa inteligencia y sabiduría. Aquel que está tratando de espiritualizar sus pensamientos y actos se regocija en estas cualidades de la Mente y se empeña por expresarlas en su experiencia humana. Hace un esfuerzo especial por estar alerta y demostrar buen juicio. Sabiendo que el hombre es el reflejo de la Mente infinita podemos afirmar la capacidad para captar, comprender y expresar con fluidez las ideas de la Mente. Morar en la consciencia de la Mente infinita como la única Mente nos capacita para detectar y rechazar sugestiones agresivas tales como desorden, desorientación, desinterés, negligencia, apatía e indiferencia. La Mente infinita no conoce tales conceptos restrictivos; por lo tanto, ellos no forman parte del hombre real. El ser verdadero de cada individuo está en constante desarrollo. De ahí que sea natural que progresemos cuando admitimos esta verdad, que avancemos valientemente, deseosos de transitar nuevos caminos, dispuestos a hacer nuevos descubrimientos.
Cuando se colma el pensamiento con las verdades relativas a la única Mente que todo lo abarca no queda lugar para creencias malignas. En realidad, la totalidad de Dios, el bien, excluye la existencia de todo lo que sea desemejante a Él, de todo lo que carezca de valor o sea malo. Tales sugestiones son meras ilusiones que se desvanecen ante la comprensión de la Verdad.
Dios no sólo es Espíritu y Mente, sino que también es Alma. De ello se desprende que quien lucha por espiritualizar su pensamiento acogerá en su consciencia los conceptos que provienen del Alma.
Uno se regocija con estas palabras de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana: “De la materia al Alma es mi sendero”.Himnario, No. 64; Aquí nos vemos como peregrinos emergiendo de un sentido material de la existencia hacia el espiritual. El apóstol Pablo describe este proceso como el despojarse del “viejo hombre” y revestirse del “nuevo hombre”. Efes. 4:22, 24;
El Alma es la fuente del sentido espiritual. El sentido espiritual conoce el bien y sólo el bien, mientras que los llamados sentidos materiales son falsas creencias de que hay vida y sensación en la materia y de que esta materia es una mezcla de bien y de mal. Cuando ejercemos este sentido espiritual y nos aferramos firmemente al bien rompemos las frágiles cadenas de la ilusión mortal.
El Alma es la consciencia infinita y está consciente sólo del bien. En consecuencia, el Alma expresa abundancia ilimitada. Aquel cuyos pensamientos están colmados de los conceptos que provienen del Alma no puede ser hipnotizado por creencias de insuficiencia o de carencia. Se torna de esas falsedades a la realización de que el Alma es siempre íntegra, completa y está siempre satisfecha.
Quien devotamente se esfuerza por espiritualizar su consciencia bien puede mantener presente en su pensamiento la verdad respecto a cada uno de los sinónimos de Dios. El Principio divino es la única causa, y actúa sin cesar mediante la ley de la armonía infalible. Por lo tanto, el hombre es siempre armonioso, y, sabiéndolo, podemos demostrar una existencia ordenada, libre de accidentes e infortunios. La Vida se desenvuelve irresistiblemente. En consecuencia, el hombre no conoce desgaste o agotamiento, ni inteligencia declinante ni muerte. La Verdad no yerra y significa perfección permanente; por consiguiente el hombre real es ahora y por siempre perfecto. El Amor es la consciencia que contempla la realidad.
A medida que el estudiante lucha por avanzar en el crecimiento espiritual, comprenderá que, en verdad, no tiene que pasar por ningún proceso, pues es ahora mismo la idea perfecta de Dios. Lo que aparece como progreso en su experiencia humana es sólo el reconocimiento y la prueba de lo que ya existe. No ha estado tratando de espiritualizar la materia: esto sería imposible. Ha estado tratando de sustituir creencias equivocadas con ideas correctas.
El único hombre que existe — la verdadera identidad de cada individuo — refleja en cada momento todas las cualidades perfectas de Dios. Este hombre real no está sujeto a la materia. Nunca nació en un universo material; no está incorporado en un cuerpo material; no está gobernado por las llamadas leyes materiales. El hombre real es la emanación de la Mente, la expresión del Espíritu, el reflejo del Alma, la manifestación del Principio, la evidencia de la Vida, la prueba de la Verdad, la revelación del Amor.
Mi primera curación en la Ciencia Cristiana se produjo como resultado de un cambio en mi manera de pensar después de haber leído los primeros capítulos de Ciencia y Salud. Los médicos me habían pronosticado un estado de semi-invalidez para el resto de mi vida, pero a medida que leía, una sensación del tierno cuidado de Dios reemplazó a las creencias de sufrimiento y tensión, y me liberé. Desde entonces he gozado de una vida activa.
La espiritualización del pensamiento nunca nos priva de ningún bien, sino que nos bendice inconmensurablemente. Nos otorga confianza, aumenta nuestra habilidad y desempeño, descubre capacidades latentes y ofrece al buscador la posibilidad de encontrar un satisfaciente sentido de su propia identidad espiritual. La Sra. Eddy escribe: “Mediante el acrecentamiento de la espiritualidad, Dios, el Principio divino de la Ciencia Cristiana, literalmente gobierna las aspiraciones, la ambición, y los actos del Científico Cristiano. El gobierno divino da prudencia y energía; extermina para siempre toda envidia, rivalidad, todo mal pensamiento, maledicencia y malas acciones; y la mente mortal, así depurada, obtiene paz y poder más allá de sí misma”.Mis., págs. 204–205.
