Usted — en su verdadera identidad como expresión de la Vida divina — jamás se deteriorará. El hombre, la creación de la Vida, no está más expuesto a la decadencia y desintegración de lo que lo está la Vida inmortal.
Por muy persuadido que uno esté de que su salud y bienestar están decayendo, esto nunca puede ser verdad respecto a su ser verdadero. Lo único que puede deteriorarse y desaparecer es el falso concepto de que el hombre es corpóreo. La deterioración de los conceptos equivocados acerca del ser verdadero es inevitable, porque jamás tuvieron validez. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) acelera esta desaparición de falsos conceptos en la vida del individuo. Explica cómo podemos despertar del estupor de creer que vivimos en un armazón físico y en un universo material, a la comprensión del ser infinito del hombre como idea de la Vida. Aunque el despertar parece ser un proceso progresivo, esto no justifica que demoremos ni un solo instante el comienzo de nuestro despertar.
La deterioración del vigor y de las facultades es asociada a veces con el paso de los años. Esta pretensión se puede desafiar con la Ciencia de la Vida. Podemos comenzar con la inmortalidad — la eternidad — y la infinitud de la Vida. La Vida divina no incluye ni conoce breves espacios de tiempo ni eones interminables. Usted, como idea de la Vida, vive en la eternidad y no en el tiempo, y su verdadera identidad no puede deteriorarse debido al aparente transcurso de los años. La Vida y su idea, el hombre, son inseparablemente uno — son distintos como causa y efecto, pero nunca tienen existencia en lugares diferentes. La Vida y su expresión coexisten a través de toda realidad.
Podemos profundizar más. No sólo es cierto que Dios y el hombre no pueden deteriorarse, sino que todo el bien que el hombre incluye — la infinidad de ideas espirituales — tampoco puede deteriorarse. Aunque es muy conocido por los Científicos Cristianos, el siguiente pasaje de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy nunca puede ser estudiado y asimilado en demasía, pues describe al hombre creado por la Vida, y dice: “Es la compuesta idea de Dios, incluyendo todas las ideas correctas; es el término genérico de todo lo que refleja la imagen y semejanza de Dios; es la identidad consciente del ser tal como ésta se revela en la Ciencia, en la cual el hombre es el reflejo de Dios, o la Mente, y por tanto es eterno; es aquello que no tiene mente separada de Dios; es lo que no tiene ni una sola cualidad que no se derive de la Deidad; es aquello que no posee vida, inteligencia ni poder creativo propio, sino que refleja espiritualmente todo lo que pertenece a su Hacedor”.Ciencia y Salud, pág. 475;
Las ideas correctas de inteligencia, salud, sustancia, provisión, dominio, que el hombre incluye, no pueden ser desgastadas por falsas suposiciones de enfermedad, vejez, debilidad económica nacional, o cualquier otra irrealidad que la consciencia material pareciera imponernos o hacernos creer. Las ideas espirituales y correctas no se deterioran, porque el Espíritu eterno es su sustancia y causa. Si parecemos estar sufriendo tal deterioro, podemos dirigir nuestras energías espirituales que nos da la Vida y resistir hasta que veamos claramente la impotencia de tales suposiciones y la demostremos. En realidad, nada puede impedirnos que sigamos haciendo este trabajo ahora mismo.
Nos sentiremos alentados a hacer esto a medida que comprendamos que todo aquello que parezca resistir o demorar la prueba de la totalidad de la Vida está condenado a la ruina desde el momento mismo de su falsa concepción. La Vida no puede deteriorarse. El hombre no puede deteriorarse. Lo único que puede parecer deteriorarse, y está destinada a ello, es la creencia material. Inevitablemente decae, desaparece, porque, en realidad, jamás existió; siempre fue tan mítica como Adán y Eva. La reveladora de la Ciencia de la Vida, la Sra. Eddy, explica, en relación con Génesis 3:11, 12, lo siguiente: “La materialidad, tan ofensiva para Dios, ya se revela en la rápida deterioración de la carne y el hueso que se tomaron de Adán para formar a Eva. La creencia en una vida y una inteligencia materiales se empeora a cada paso, pero según parece el error tiene su día y se multiplica hasta el fin del mismo”.ibid., pág. 533;
El temor al sufrimiento, la enfermedad, la pobreza y la muerte puede parecer que fomenta el deterioro de nuestra salud, finanzas o facultades. El temor mortal no sólo proviene de la admisión de que el hombre es finito y mortal, frágil e innecesario, sino también porque este temor quisiera inducir esta admisión. La verdad demostrable es que el hombre no es ni puede ser mortal, y que cada idea espiritual de la Vida le es indispensable a la Vida. Ningún temor del pasado, presente, o futuro existe en la consciencia divina, que es la Vida misma, y por lo tanto no existen en ninguna parte tales temores que puedan manifestarse como dificultades físicas o deterioro.
Se podría decir que un tema principal de la Biblia — desde el Génesis hasta el Apocalipsis — es la indestructibilidad y permanencia de la Vida divina y del hombre, y el deterioro ineludible, la eterna nada total de las mentiras sobre la Vida y su idea. Esto se evidencia supremamente en la vida y palabras de Cristo Jesús. Su vida jamás evidenció deterioro, por el contrario, manifestó acumulación de fuerza espiritual, que culminó en su resurrección y ascensión. Aunque reconoció problemas asociados con el sentido material mundano de la existencia, comprendió cabalmente la naturaleza permanente de la Vida divina, del hombre y el universo. Nos alentó: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33.
