Desde los remotos tiempos bíblicos, la instrucción en las cosas de Dios ha sido profundamente valorada. El Salmista cita a Dios como diciendo: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmo 32:8;
La educación religiosa se ha desarrollado de distintas maneras siglo tras siglo. La Sra. Eddy estableció para sus seguidores medios para esta educación, pero ninguno es tan directo como la instrucción en clase, según la establece en el Manual de La Iglesia Madre. Por medio de este trabajo en clase el estudiante recibe, ante todo, inspiración para llevar a cabo sus posibilidades espirituales. Luego aprende a organizar sus conocimientos de la Ciencia Cristiana a fin de poder aplicar la Palabra de Dios inteligentemente a toda clase de problemas humanos. Su experiencia en clase lo inspira a esperar el seguro desarrollo de la realidad del ser a medida que progresa espiritualmente. También le enseña a detectar las maniobras del mal, o magnetismo animal, y a demostrar su irrealidad consistentemente.
Para cosechar los beneficios de la instrucción en clase de la Ciencia Cristiana, uno debe estar seguro de que está preparado para tomar este paso. Debe cerciorarse de que sus motivos son puros. El deseo de progresar en la comprensión de esta maravillosa Ciencia debe ser profundo y sincero, no sólo con respecto a la propia iluminación sino por lo que esto puede hacer para ayudar a la humanidad, a medida que uno se va percatando más y más de las verdades que se desarrollan con la instrucción.
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