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¿Está usted preparado para tomar instrucción en clase?

Del número de octubre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde los remotos tiempos bíblicos, la instrucción en las cosas de Dios ha sido profundamente valorada. El Salmista cita a Dios como diciendo: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”. Salmo 32:8;

La educación religiosa se ha desarrollado de distintas maneras siglo tras siglo. La Sra. Eddy estableció para sus seguidores medios para esta educación, pero ninguno es tan directo como la instrucción en clase, según la establece en el Manual de La Iglesia Madre. Por medio de este trabajo en clase el estudiante recibe, ante todo, inspiración para llevar a cabo sus posibilidades espirituales. Luego aprende a organizar sus conocimientos de la Ciencia Cristiana a fin de poder aplicar la Palabra de Dios inteligentemente a toda clase de problemas humanos. Su experiencia en clase lo inspira a esperar el seguro desarrollo de la realidad del ser a medida que progresa espiritualmente. También le enseña a detectar las maniobras del mal, o magnetismo animal, y a demostrar su irrealidad consistentemente.

Para cosechar los beneficios de la instrucción en clase de la Ciencia Cristiana, uno debe estar seguro de que está preparado para tomar este paso. Debe cerciorarse de que sus motivos son puros. El deseo de progresar en la comprensión de esta maravillosa Ciencia debe ser profundo y sincero, no sólo con respecto a la propia iluminación sino por lo que esto puede hacer para ayudar a la humanidad, a medida que uno se va percatando más y más de las verdades que se desarrollan con la instrucción.

Primero que nada debe atenderse a la preparación del carácter. La Sra. Eddy no deja lugar a dudas respecto a este punto al establecer en el Manual: “Los Científicos Cristianos que sean maestros deberán escoger cuidadosamente como alumnos sólo a aquellos que tengan buenos antecedentes y muestren inclinación promisoria por la Ciencia Cristiana”.Man., Art. XXVI, Sec. 2; Si los antecedentes no son buenos, una concienzuda purificación del carácter es necesaria para que el arrepentimiento y la regeneración hagan aceptable al postulante.

Otro punto importante en la preparación para la instrucción en clase es que el alumno debe encontrarse bien de salud. Uno no toma clase para ser sanado sino para aprender el sistema sanador. La Sra. Eddy se refiere a su propia experiencia en la enseñanza como la base para aconsejar a las personas enfermas a no inscribirse en una clase (ver Rudimentos de la Ciencia Divina, pág. 15). En la misma página también nos dice: “La enseñanza y la curación deben tener departamentos distintos, y éstos deben ser fortificados por todos lados con adecuada y esmerada custodia y gracia”.

El alumno debe encontrarse libre de malestares físicos y temores mentales durante la clase a fin de poder prestar total atención a su estudio.

Uno de los grandes propósitos de la enseñanza en clase es establecer en el pensamiento una comprensión correcta de la Ciencia Cristiana. La enseñanza en clase ayuda a los estudiantes a abandonar falsas nociones teológicas y creencias equivocadas acerca de cómo la Ciencia se aplica de manera práctica. Para estar preparado para tal enseñanza, el estudiante tiene que estar dispuesto desde el comienzo a abandonar conceptos metafísicos preconcebidos cuando encuentra en la clase que éstos no están de acuerdo con la revelación de la Ciencia Cristiana como ha sido dada por la Sra. Eddy. La humildad hace al estudiante receptivo a la enseñanza.

La Ciencia Cristiana es radical en afirmar inequívocamente la totalidad de Dios, el Espíritu, y la nada de la materia. Esta afirmación requiere un deseo de cambiar la base de nuestra vida y todo lo pertinente a ella, de la materia al Espíritu. Este cambio no ocurre en un solo momento, pero su demanda es tan esencial que el alumno debe estar dispuesto a trabajar diligente y persistentemente para que se produzca. Debe darse cuenta de que el propósito del arte sanador que espera desarrollar como resultado del estudio en clase, es básicamente reemplazar el falso yo mortal, con sus pecados y limitaciones, por el verdadero yo que él es en la Ciencia — el hijo del Padre único.

Si el estudiante está verdaderamente listo para tomar clase, trabajará para familiarizarse con la Biblia y con todos los escritos de la Sra. Eddy, especialmente con el libro de texto, Ciencia y Salud, que interpreta la Biblia espiritualmente. Debido a que el capítulo “Recapitulación” en el libro de texto es la base para la instrucción (ver Man., Art. XXVII, Sec. 3), el alumno debe estudiarlo con especial esmero.

Mediante la lectura de varias biografías fidedignas sobre la Sra. Eddy, el estudiante obtendrá un conocimiento de la vida de nuestra Guía y de su dedicación al fundar la Iglesia de Cristo, Científica. Es importante darse cuenta de que la Sra. Eddy no sólo descubrió la Ciencia divina practicada por Cristo Jesús sino que fundó su Iglesia con el propósito de proteger su descubrimiento y de comunicarlo a toda la humanidad.

Al hacer el debido trabajo de preparación, es importante darse cuenta de que el libro de texto particularmente expone el descubrimiento de la Sra. Eddy, de la Ciencia del Cristo, mientras que sus otros escritos, incluso el Manual, también ilustran su trabajo como Fundadora de la misma. La Sra. Eddy se denominó la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, y la instrucción en clase hace evidente la inseparabilidad de estos dos títulos. Una vez que el alumno que ha tomado clase percibe la inmensa importancia de la iglesia que fundara nuestra Guía, está más dispuesto a dedicarse a llevar a cabo el propósito de la iglesia.

Uno no espera demasiado para comenzar una educación académica, y no debiera esperar en demasía para comenzar su aprobada educación en la Ciencia que está destinada a liberar a toda la humanidad de la tiranía de la materia y el mal.

La sabiduría para elegir al maestro y solicitar la instrucción tiene su lugar en la preparación para tomar clase. Esto requiere orar y escuchar calmadamente la tierna guía y dirección de Dios. Es el Padre quien impele el deseo de tomar clase, y es el Padre quien requiere una respuesta clara a Su voluntad en este importante desarrollo de la Verdad.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy define “Espíritu Santo” con estas expresivas palabras: “La Ciencia divina; el desarrollo de la Vida, la Verdad y el Amor eternos”.Ciencia y Salud, pág. 588; Esta definición coincide maravillosamente con las palabras de Cristo Jesús que encontramos en el evangelio de San Juan: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:26.

La instrucción en clase contribuye grandemente al cumplimiento de esta profecía.

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