¿Cuántas verdades hay? ¿Cien mil? ¿Un millón? Cualquiera que sea el número están subordinadas al hecho que todo lo abarca de que la existencia es totalmente espiritual. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) enseña que Dios, el Espíritu, crea al universo y al hombre. Entendida científicamente, la verdad básica de la creación es que el universo de Dios, incluyendo a Su idea, el hombre, es la única creación y es espiritual, no material.
Siglos de creencias humanas han sido superpuestas sobre esta simple verdad de la totalidad de Dios. Pero todos estos conceptos materiales tienen su fuente en la errónea percepción material del ser. Cuando estas impresiones materiales se someten a la verdad fundamental de que el ser es espiritual, se descubre que son falsas.
El confiar en los sentidos materiales ha dado como resultado que se halla llegado a muchas conclusiones materiales que están en conflicto. Pero la verdad soberana de la totalidad de Dios es superior al impacto acumulado de las creencias humanas. Para el pensamiento inspirado, la realidad espiritual universal eclipsa las ilusiones que constituyen la limitación y el error humanos. El consejo de Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, aunque está usado en un contexto particular relacionado con la curación, es fundamental: “Insistid con vehemencia en la gran verdad, que es la realidad básica, de que Dios, el Espíritu, es todo, y que fuera de Él no hay otro”.Ciencia y Salud, pág. 421;
A medida que se acepta incondicionalmente la verdad espiritual de la totalidad de Dios, vemos que esta verdad es básica para entender todo lo demás. Toda la inteligencia, felicidad, paz y satisfacción tienen su fuente en la totalidad de Dios. Sólo cuando perdemos de vista la totalidad de Dios, el bien, nos pueden parecer reales el temor y la limitación. Las así llamadas leyes materiales pierden su capacidad para controlarnos según entendemos el hecho que la compleción del Espíritu las invalida. Esta verdad se comunica a sí misma a la consciencia receptiva por medio de la oración inspirada, y de este modo se anulan y se reemplazan los conceptos materiales.
El entender el hecho de que somos realmente espirituales nos libera de las tal llamadas leyes materiales que pretenden controlar nuestra salud. Nuestro bienestar económico estará inmune a las creencias materiales de desequilibrio entre la oferta y la demanda en el grado en que comprendamos que Dios mantiene todos los elementos de Su universo en relación perfecta. La tendencia hacia un aumento en la desintegración del matrimonio, de la familia y de la sociedad, puede ser invertida a medida que obtenemos una firme comprensión del Principio divino, el Amor, que sostiene, fortalece y armoniza las relaciones humanas.
Cada uno de nosotros impulsa la aceptación de la realidad espiritual a medida que reafirma la omnipotencia y universalidad de la ley de Dios cuando escuchamos noticias de conflictos internacionales, nacionales o locales. Podemos negar las descripciones materiales de nuestras capacidades mentales o aptitudes, ya sean alentadoras o desalentadoras, al reconocer que todos nosotros reflejamos natural y completamente la inteligencia de la Mente única, Dios. Todos los sistemas materiales, aun los que se consideran generalmente como irrefutables y finales, son tan temporales y vulnerables como cualquier aspecto de la materia.
El hecho preponderante es que Dios crea y gobierna todo, y que Su universo es espiritual y perfecto. Cada uno de nosotros existe en este universo y es espiritual y perfecto — como lo es nuestro creador. Todo lo que sea contrario al Espíritu es una ilusión que pretende decirnos que Dios no es Todo-en-todo. La nada de la ilusión se reconoce cuando se comprende la totalidad de Dios. Pablo escribe en la Biblia: “Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 Cor. 4:6;
En la experiencia humana ocurren incidentes de desarmonía, desequilibrio o de limitación. Éstos pueden afectar nuestra vida sólo si reaccionamos a ellos. Tenemos la autoridad dada por Dios para rehusarnos a reaccionar a ellos; podemos negarles todo poder para influir nuestra vida. No tenemos que aceptar tales sugerencias ni conferirles la capacidad de tener un impacto en nosotros, o someternos a ellas como si fueran leyes que nos controlan. Estas intimidaciones nos vienen sin ninguna autenticidad, y logran influirnos sólo en la medida en que las aceptemos como verdaderas y las dotemos así de un poder aparente que nunca poseyeron en realidad.
La Biblia y Ciencia y Salud nos dan la base para desafiar los conceptos materiales. En el capítulo de Ciencia y Salud titulado: “La Ciencia del Ser”, la Sra. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, dice: “La única verdad acerca de cualquier concepto material es, que éste no es ni científico ni eterno, sino que está sujeto a cambio y disolución”.Ciencia y Salud, pág. 297.
Puesto que Dios, el Espíritu, no puede haber creado las creencias materiales, éstas no pueden ser más que falsificaciones. Ya que no tienen origen o fundamento en Dios, no pueden existir en realidad. Tales conjeturas son tan sólo imaginaciones humanas, fabricaciones, inventadas y artificiales. Son engaños que pretenden robarnos nuestra fe innata en la totalidad de Dios y en la realidad de la creación espiritual, la única creación. La materia pretende establecerse como árbitro de nuestra existencia — como la fuente de la felicidad, la clave del éxito, lo que determina la salud.
Pero en realidad la materia no tiene nada que ver con la salud, la felicidad y el éxito. Como Dios que todo lo sabe, que es todo poder y que está siempre presente, es la única causa y Principio que gobierna nuestra existencia, la materia es extrínseca, impertinente, y de ninguna manera adecuada para nuestra vida.
Una calurosa tarde de agosto, nuestro hijo de doce años se desmayó por causa del intenso calor y se golpeó la cabeza fuertemente contra el piso de concreto de un concurrido restaurante. Mi esposa afirmó calmadamente que él no podía caer del cuidado de Dios y aseguró a los espectadores que todo estaba bien. Varias personas que observaron lo sucedido recomendaron que fuera llevado a un hospital de emergencia para que le tomaran rayos X por si había una posible fractura de cráneo. Pero mi esposa declaró en silencio verdades espirituales, y en pocos minutos el niño recobró el conocimiento, se levantó y salió. Al llegar a casa quiso irse a dormir. Mientras dormía, mi esposa me telefoneó para pedirme que me uniera a sus oraciones para entender más claramente la verdadera identidad espiritual de nuestro hijo.
Insistí vigorosamente en la verdad que el hombre es enteramente espiritual, que sólo Dios gobierna su existencia, y que el hombre no es gobernado por las leyes materiales ni tiene que obedecerlas. Tuve la convicción de que el impacto de las teorías materiales en una persona puede ser anulado al comprender esta simple verdad espiritual: que el hombre es completamente espiritual, jamás material.
Al continuar orando me vino al pensamiento la siguiente declaración: Debemos reclamar la libertad y el orden del ser inmaterial. La verdad de la totalidad de Dios, el Espíritu, significa que la materia es nada; que la Vida no incluye la materia; que el ser no incluye la materia. Vi claramente que no había en realidad materia en nuestro hijo para ser lesionada y que no había objetos duros o cortantes que pudieran causar daño. Comprendí que su bienestar no dependía de evitar accidentes o de reparar daños físicos. Lo que teníamos que hacer era reemplazar la creencia en el poder de la materia para poner en peligro su bienestar con la verdad eterna de que la unidad de nuestro hijo con su Padre celestial lo sostiene eternamente en el reino impenetrable del Espíritu. Cuando llegué a casa el niño había sanado.
Las enseñanzas de Cristo Jesús proporcionan la base para negar la supuesta superioridad de la materia. El hecho es que Dios tiene todo el poder y que no comparte Su soberanía con la materia. Este supuesto déspota, la materia, es un fraude, un aspirante a tener la autoridad y el poder que no puede tener. Dios, el que todo lo sabe, que está siempre presente y es todopoderoso, es la verdad eterna.
