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[Original en alemán]

Con un corazón lleno de gratitud por el mensaje sanador de la Ciencia Cristiana...

Del número de octubre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Con un corazón lleno de gratitud por el mensaje sanador de la Ciencia Cristiana, que ha bendecido nuestra vida con innumerables curaciones, deseo relatar cómo llegamos a esta maravillosa religión.

De recién casados nos mudamos a una región nueva que todavía estaba escasamente poblada. Los comienzos fueron difíciles. Como no estaba acostumbrada a trabajar tan fuerte, me enfermé. Fuimos a un médico, el que me examinó y encontró que había sufrido una lesión abdominal que, según él, requería una operación. También diagnosticó que tenía una enfermedad en los riñones que necesitaba tratamiento médico.

Cuando volvimos a nuestra casa, nos visitaron unos amigos que habían emigrado a esa localidad hacía poco tiempo y que conocían nuestra situación. Con mucha alegría nos dijeron que habían encontrado algo que podía curarme —“¡La Ciencia Cristiana!” Mi marido y yo aceptamos la oferta con regocijo. Sin demora fuimos a ver a un practicista de la Ciencia Cristiana que vivía en la ciudad.

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