Como en tantas ocasiones he recibido bendiciones e inspiración leyendo los testimonios que aparecen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, mi deseo es que mi testimonio bendiga a otros y glorifique a Dios.
Estoy muy agradecida por las publicaciones periódicas. Por su medio encontré la Ciencia Crisiana. Cuando tenía yo dieciocho años de edad, una amiga me dio un ejemplar de un Christian Science Sentinel para que lo leyera. Sufría de dolores en la espalda que los médicos no habían podido sanar. Leí y releí ese Sentinel muchas veces y fui inspirada por las verdades que contenía. Sané de los dolores en la espalda y no abrigué dudas de que si alguna vez me interesaba seriamente por alguna religión, ésta por cierto sería la Ciencia Cristiana.
Más tarde me casé y tuve un hijo. Desde los cuatro años de edad hasta los doce, el niño sufrió de epilepsia. Cuando tenía doce años decidí con renovada firmeza de que ya era tiempo que emprendiera yo el estudio de la Ciencia Cristiana y obtuviera una mejor comprensión de Dios y del hombre. Me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien me ayudó a ser más firme en mi comprensión de la verdad espiritual y científica. Una noche, el niño vino a decirme que sentía que iba a tener otro ataque. Le respondí que declarara que Dios no había hecho ningún ataque. Que ellos no eran obra de Dios sino una mentira, y que no tenemos por qué aceptar mentiras. Con su fe de niño rechazó la mentira. Ésta fue la última vez que tuvo esos síntomas. Ahora tiene treinta y dos años de edad, hizo el servicio militar y goza de perfecta salud.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!