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Como en tantas ocasiones he recibido bendiciones e inspiración...

Del número de agosto de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Como en tantas ocasiones he recibido bendiciones e inspiración leyendo los testimonios que aparecen en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, mi deseo es que mi testimonio bendiga a otros y glorifique a Dios.

Estoy muy agradecida por las publicaciones periódicas. Por su medio encontré la Ciencia Crisiana. Cuando tenía yo dieciocho años de edad, una amiga me dio un ejemplar de un Christian Science Sentinel para que lo leyera. Sufría de dolores en la espalda que los médicos no habían podido sanar. Leí y releí ese Sentinel muchas veces y fui inspirada por las verdades que contenía. Sané de los dolores en la espalda y no abrigué dudas de que si alguna vez me interesaba seriamente por alguna religión, ésta por cierto sería la Ciencia Cristiana.

Más tarde me casé y tuve un hijo. Desde los cuatro años de edad hasta los doce, el niño sufrió de epilepsia. Cuando tenía doce años decidí con renovada firmeza de que ya era tiempo que emprendiera yo el estudio de la Ciencia Cristiana y obtuviera una mejor comprensión de Dios y del hombre. Me comuniqué con una practicista de la Ciencia Cristiana, quien me ayudó a ser más firme en mi comprensión de la verdad espiritual y científica. Una noche, el niño vino a decirme que sentía que iba a tener otro ataque. Le respondí que declarara que Dios no había hecho ningún ataque. Que ellos no eran obra de Dios sino una mentira, y que no tenemos por qué aceptar mentiras. Con su fe de niño rechazó la mentira. Ésta fue la última vez que tuvo esos síntomas. Ahora tiene treinta y dos años de edad, hizo el servicio militar y goza de perfecta salud.

Algunos años más tarde me apareció una protuberancia en el pecho. A insistencia de mi esposo, que no es Científico Cristiano, fui a consultar a un médico, quien me envió a otro especialista. Éste hizo planes para internarme en un hospital al día siguiente para operarme. Al llegar a casa después de mi visita al médico, sentí gran temor. Le dije a mi esposo que iba a confiar enteramente en la Ciencia Cristiana para la curación. Anulé la reservación hecha en el hospital y llamé, en cambio, a una practicista de la Ciencia Cristiana.

Entonces fuimos a la playa a pasar unos días feriados. Estudiaba en todo momento. Dos días después de llegar a la playa, a las dos de la mañana oí interiormente una voz callada y suave que me decía: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Al día siguiente llamé a la practicista y le conté el mensaje que había escuchado. La practicista me dijo que era del Salmo 46:10. Éste fue mi mensaje sanador. Esto ocurrió hace cerca de quince años y la curación fue completa. Desde entonces la Ciencia Cristiana ha sido mi religión. Me hice miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial. También he tomado instrucción en clase, por lo cual etoy muy agradecida. Siempre espero con gozo asistir a las reuniones anuales de la asociación.

Estoy agradecida por haber sanado de artritis en más o menos una semana. En mi estudio he encontrado de gran ayuda esta declaración de la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 491): “Sólo por el reconocimiento de la supremacía del Espíritu, que anula las pretensiones de la materia, pueden los mortales desechar la mortalidad y hallar el vínculo espiritual indisoluble que establece al hombre por siempre en la semejanza divina, inseparable de su creador”.

Recientemente fui sanada de una afección cardíaca. El mensaje sanador en esa oportunidad fue de Proverbios (3:5): “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia”. Al orar para obtener una mayor comprensión de Cristo Jesús y de sus obras, me vino este mensaje (Mateo 11:28, 29): “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí”. Mi esfuerzo es seguir el mandamiento del Maestro; estudiar la Biblia y Ciencia y Salud, y leer toda la literatura periódica de la Ciencia Cristiana.

Estoy profundamente agradecida por la comprensión que hasta ahora he logrado.


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