Expreso mi gratitud por la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens). Gracias a ella encontré a Dios, quien para mí siempre había sido una Deidad muy lejana. Pero ahora entiendo por medio del Cristo, que Él está siempre presente. El Cristo nos da la comprensión espiritual con la que nos defendemos de todo mal.
Conocí la Ciencia Cristiana en 1955 por medio de mi madre. En esa época tenía un problema en las manos. Estaban ásperas; la piel se había quebrado y sangraban. Además de hacerme dificultoso realizar las tareas de la casa, la condición era muy dolorosa. Entonces mi mamá me trajo el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy y me dijo: “Lee este libro; te va a ayudar”. Empecé a leerlo en seguida para complacerla. No creí que el libro pudiera ayudarme. Pero fue maravilloso. A medida que leía sentía que se estaba efectuando la curación. Las manos no me dolieron más. La piel volvió a ser suave. Compré mi propio ejemplar de Ciencia y Salud y empecé a estudiar la Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Pero no me dediqué mayormente al estudio de la Ciencia Cristiana, la estudiaba por un tiempo y después la dejaba. Así pasaron los años sin que yo llegara a entender lo que la Ciencia Cristiana le brinda al hombre.
En 1964 padecí de una enfermedad de la piel que los médicos llaman micosis. La tenía en las manos y los pies; después se extendió por todo el cuerpo. Traté todos los medios materiales a mi alcance, desde el encantamiento hasta un dermatólogo, e incluso traté el espiritismo. Pero todo fue en vano. En mi interior sabía que Dios era el que me iba a ayudar por medio de la Ciencia Cristiana, pero no pedí ayuda porque mi marido no estaba en favor de la Ciencia.
Después de haber estado luchando por encontrar ayuda material durante seis años, la condición de los pies empeoró tanto que no me permitía caminar. Llamamos al médico, quien dijo en presencia de mi marido que no había cura para mi enfermedad. Más tarde le dije a mi marido: “No voy a continuar con el médico; voy a consultar a un practicista de la Ciencia Cristiana”. Bendigo el día en que tomé tal decisión.
La practicista me demostró mucho amor. Me consoló de inmediato y me dijo: “El Cristo está siempre dispuesto a ayudar”. Me recomendó que leyera el capítulo “La Oración” en Ciencia y Salud y Salmos 91 y 103 en la Biblia. Después me dijo que el error de la creencia de la mente mortal pretendería hacer una realidad de la enfermedad y que me debía aferrar a las palabras de la Sra. Eddy en la página 495 de Ciencia y Salud: “Cuando la ilusión de la enfermedad o del pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea. No permitáis que nada sino Su semejanza more en vuestro pensamiento”. Estas palabras de nuestra Guía siempre me fortalecieron en momentos difíciles, hasta que llegué a entender nuestra verdadera naturaleza y ser espiritual como hijos del Altísimo.
“Diré yo a Jehova: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré” (Salmo 91:2). Sí, comprendí que siempre podemos refugiarnos en Dios y que “bajo la sombra del Omnipotente” (versículo 1) siempre estamos seguros contra las estratagemas del mal. Para mí, Dios ya no es más una Deidad lejana sino una realidad presente, que envió a Su Hijo bienamado, Cristo Jesús, el Modelo, el Mostrador del camino, para guiarnos. Sané en unos pocos meses.
Después de esa curación he tenido muchas otras. Poco tiempo antes de empezar a estudiar Ciencia Cristiana consulté a un ginecólogo, y él me dijo que tenía una herida interna y una inflamación que tendrían que ser tratadas con rayos X y que debería regresar en dos semanas. No volví al médico, y pedí ayuda en la Ciencia. Nunca más se me han presentado los síntomas, y de esto hace cinco años. Había comprendido las palabras de la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 316): “El Cristo, la Verdad, fue demostrado por Jesús para probar el poder del Espíritu sobre la carne, — para mostrar que la Verdad se manifiesta en sus efectos sobre la mente y el cuerpo humanos, curando la enfermedad y destruyendo el pecado”.
Mis hijos también han tenido curaciones mediante la Ciencia Cristiana. Algo que me hace muy feliz es el hecho de que mi marido, que antes estaba en contra de la Ciencia, ahora me acompaña a los cultos con frecuencia. Mediante la Ciencia Cristiana mi entendimiento está aumentando y cada vez confío más en Dios; y nuestras necesidades en materia de provisión y dirección están siendo satisfechas.
Deseo expresar mi gratitud por ser miembro de La Iglesia Madre y del grupo de Científicos Cristianos en nuestra ciudad de Nuevo Hamburgo, así como también por mi participación en las actividades del grupo.
Nuevo Hamburgo, RS, Brasil
