El término “absoluto” incluye todo lo que es completo, final, perfecto, espiritual. Dios es absoluto. Su totalidad incluye Su idea, el hombre, y es todo lo que constituye el ser. El hombre es uno con Dios, sin embargo, es distinto como Su expresión. La Mente, Dios, es la fuente de toda actividad verdadera y la esencia de todo lo que existe.
La experiencia humana jamás puede ser absoluta puesto que está orientada hacia la materia y, por lo tanto, no puede ser espiritual y eterna. En realidad, lo humano jamás es un estado genuino del ser. Nunca puede ser otra cosa que un estado limitado, imperfecto, acerca del ser verdadero, acerca de Dios y Su idea.
Las condiciones de la existencia mortal bien pueden parecer muy reales, pero en verdad son falsos conceptos de lo absoluto y eterno. El Cristo, la idea verdadera de Dios, nos capacita para percibir las verdades de Dios y del hombre en lugar de las creencias materiales. Ciertas veces captamos tan vivamente una verdad espiritual pertinente, que la creencia falsa se disipa instantáneamente. Otras veces es necesario emplear argumentos mentales prolongados — negación del error y afirmación de los hechos absolutos.
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