“No hay dolor en la Verdad, y no hay verdad en el dolor”, escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 113). Someto este testimonio con la esperanza de que alguien sea bendecido como lo fui yo cuando demostré la verdad de esta declaración en mi propia experiencia. Para cualquier persona que no conozca las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, esta declaración es sorprendente y tal vez hasta increíble, pues el dolor parece muy real en la vida humana.
Una mañana mientras ayudaba a mover algunas cajas, de pronto me di cuenta de que no podía enderezarme ni agacharme para poner en el suelo las cajas que estaba cargando, y el dolor en la espalda era muy intenso. Después de un rato se me ayudó con las cajas y luego busqué un lugar tranquilo para resolver este problema mediante la oración como se enseña en la Ciencia Cristiana.
“La declaración científica del ser” en Ciencia y Salud (pág. 468) comienza con las palabras: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”. Comprendí que debido a que no hay inteligencia ni sustancia en la materia, no era posible que los músculos, coyunturas, nervios se quejaran mediante la materia dentro del cerebro, como lo declara la anatomía; el hombre es la imagen de Dios y es espiritual, no material. Esa misma noche ocupé mi puesto de organista en nuestra iglesia filial en la reunión de testimonios de los miércoles y al día siguiente estaba perfectamente bien.
Algunos meses más tarde, noté que una molestia que tenía en el hombro y en el cuello iba empeorando, y yo la había estado aceptando pasivamente. Me acordé de la curación anterior y muy pronto esta molestia desapareció, pero me di cuenta de que otra vez tenía el dolor en la espalda. Al principio me sentí un poco desalentado. Una mañana antes de levantarme, noté que mentalmente estaba arguyendo cómo levantarme de la cama de manera que el dolor fuera menos intenso. Comprendí que la intensidad del dolor estaba en proporción directa a mi temor al dolor. Me levanté y me vestí, regocijándome, y muy pronto estaba completamente liberado. Por experiencia propia puedo decir que no existe el dolor, sino sólo la manifestación del miedo al dolor. En Retrospección e Introspección (pág. 61) la Sra. Eddy escribe: “La Ciencia dice al temor: ‘Tú eres la causa de toda enfermedad; pero eres una falsedad autoconstituida, — eres oscuridad, nada. Estás sin ‘esperanza y sin Dios en el mundo.’ No existes y no tienes derecho de existir, porque ‘el Amor perfecto echa fuera el temor.’ ”
Mi familia obtuvo un sentido más profundo de formar parte de La Iglesia Madre cuando nuestra hija asistió a una reunión bienal internacional en Boston en pro de las actividades universitarias. El amor e inspiración que ella obtuvo y trajo a casa fue una alegría y una bendición para nosotros. Agradecemos mucho el interés y cuidado que promueven las reuniones para jóvenes, tanto las regionales como las que se llevan a cabo en Boston.
Sutton-in-Craven, West Yorkshire, Inglaterra
