Carlos a menudo se quedaba a un lado solo mientras los otros niños jugaban. A ellos no les gustaba jugar con Carlos porque siempre estaba sucio. Además era tímido porque no podía hablar como los demás. Se esforzaba mucho para formar las palabras pero generalmente no podía hablar con claridad y no le entendían.
Nadie sabía dónde Carlos vivía. Simplemente aparecía donde los otros niños estaban jugando. Algunos hasta pensaban que sería gitano.
Josefina había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana que todas las personas son hijos de Dios. Dios los ama a todos porque Él es el Padre de todos. Josefina también sabía cómo portarse con el prójimo porque lo había aprendido de los Mandamientos y de las Bienaventuranzas. Había aprendido que todos tienen que amarse unos a otros, tal como Cristo Jesús amó a la humanidad y la ayudó. Josefina comprendió que esto también incluía a Carlos.
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