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Adhesión a la verdad del ser

Del número de enero de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Sólo hay una manera de demostrar la verdad científica del ser, y ésa es adhiriéndose a ella.

Esto significa reconocer firmemente la acción y obras perfectas de Dios, sin tomar en cuenta lo que parezca estar negando la presencia de éstas.

¿Tarea muy difícil? Bueno, por cierto que puede parecer a veces una exigencia rigurosa. Pero la Ciencia del ser — la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens)— a la cual aspiramos adherirnos, también nos enseña la manera en que podemos hacerlo. El adherirse a la Verdad, Dios, no se trata meramente de una lucha mortal solitaria. La Ciencia Cristiana prueba que la unidad con Dios — no la separación — es la relación natural del hombre con Él. Mary Baker Eddy nos dice: “Dios mantiene al hombre en los eternos vínculos de la Ciencia, — en la armonía inmutable de la ley divina”.No y Sí, pág. 26;

Si estamos pasando por dificultades para resolver algún problema o somos víctimas de una circunstancia molesta, debemos adherirnos a la Ciencia del ser; tal vez más firmemente de lo que hemos estado haciéndolo. Si esto parece estar fuera de nuestras posibilidades, no tenemos por qué desesperar o consternarnos. Tal vez, sin quererlo, hemos creído que Dios es ajeno o indiferente a lo que nos ocurre — que podemos tratar de adherirnos a la Verdad pero que la Verdad no siempre se adhiere a nosotros. Si éste fuera el caso, podemos encarar la situación de una manera radicalmente diferente. Podemos reconocer que Dios está manteniendo al hombre en la Ciencia, que el Amor siempre sostiene a su idea, el hombre, en el ser perfecto.

A muchas personas les ayuda pensar que van de la mano con el Amor divino. Pero, para ver a la imagen desde otro aspecto, no hacemos esto sin que el Amor divino, Dios, nos lleve de Su mano. Aun cuando pudiera parecer que no estamos haciendo bien nuestro trabajo al adherirnos a la Verdad, el hecho es que la Verdad se está adhiriendo a nosotros a través de toda la eternidad, debido a que la Verdad es invariable, es Amor inmortal.

El aferrarnos al punto de vista correcto y espiritual acerca de Dios y el hombre, nos sacará de cualquier dificultad. Dios está siempre con nosotros, nos demos cuenta de ello o no. Comprendemos el hecho de la presencia de Dios más firmemente cuando abandonamos de buen grado un concepto personal acerca de Dios y de nosotros mismos. El hombre es la idea espiritual de Dios y siempre está ocupado en ser esa idea espiritual. El hombre no es un mortal que trata de aferrarse a Dios, ni es el hombre un mortal que está sostenido por Dios.

Al explicar lo útil que es adherirse al punto de vista verdadero, la Sra. Eddy escribe: “Los mortales parecen ser muy materiales; el hombre a la semejanza del Espíritu es espiritual. Al mantener en mi mente la idea correcta acerca del hombre, puedo mejorar mi propia individualidad, salud y condición moral, y también la de otros; mientras que el mantener constantemente en la mente la imagen opuesta del hombre, es decir, la de un pecador, no puede mejorar la salud ni la condición moral, así como no podría ayudarle a un artista mantener en su pensamiento la forma de una boa al pintar un paisaje”.Escritos Misceláneos, págs. 61–62;

¿Por cuánto tiempo debiéramos aferrarnos a la verdad del ser bajo condiciones que parecen terriblemente difíciles? ¿Llegando a qué punto debiéramos desistir en demostrar la Verdad y recurrir a otra salida? Hablemos claro: el Amor divino jamás permite que permanezcamos en una posición desesperada — jamás produce tal estado, jamás ha hecho al hombre susceptible de sufrimiento. La adhesión a esta verdad del ser, aun cuando parezca que estamos al borde de una catástrofe, nos hará salir victoriosos en el grado en que comprendamos que nuestra identidad verdadera y espiritual, hecha a imagen de la Verdad, jamás se separa de la Verdad y jamás está expuesta a la discordia. El estado espiritual del ser, el único estado del ser, es ese en el que la Verdad y su idea, de la cual cuida eternamente, son una.

Es posible que el sentido mortal arguya: “¿Por qué no recurres a mí y te adhieres a mí? El hacerlo sería usar tu sentido común — y es un camino mucho más fácil”. En nuestro ser verdadero, jamás podemos adherirnos al sentido mortal, ni el sentido mortal puede adherirse a nosotros. En la realidad espiritual no existe sentido mortal. Aun cuando existiera, su camino terminaría en un callejón sin salida, y tomar ese camino sería no usar el sentido común. Podemos rechazar persuasiones mortales sobre esta base.

Jamás tenemos por qué temer o evitar la exigencia de adherirnos a la verdad del ser. Pero sí tenemos que adherirnos a ella mediante comprensión espiritual. Entonces nuestra adhesión está destinada a tener buen éxito. En nuestra verdadera identidad siempre estamos adheridos a la Verdad porque nuestra unidad con la Verdad está mantenida por la ley divina.

Cristo Jesús sabia que era necesario ser determinante en distinguir entre lo real y lo irreal, lo inmortal y lo mortal y enseñaba a hacerlo. Lo explicó gráficamente: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24.

El camino se hace más fácil cuando sabemos que el hombre no es una entidad personal finita que trata de demostrar hechos espirituales. El hombre es la expresión perfecta e infinita del Espíritu. La Ciencia del ser muestra que la verdadera identidad del hombre se adhiere inmortalmente a Dios, y Dios al hombre. Ésta es la verdad sanadora del ser.

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