Al definir a Dios como la Mente divina única, y al hombre como la expresión de esta Mente, más bien que como un mortal con una mente de su propiedad, la Ciencia Cristiana enseña que los pensamientos espirituales que emanan de la Mente divina son la verdadera textura del ser.
Los pensamientos mortales no se originan en el cerebro, a pesar de que así parezca. El cerebro, como todo lo que es material, se origina en el pensamiento mortal, pero tanto el pensamiento como el cerebro están subordinados a la Mente divina. Cuando comprendemos nuestra relación con la Mente divina única, nuestro pensamiento refleja cada vez más la armonía de esa Mente. Entonces trabaja mejor lo que llamamos nuestro cerebro.
Dios se comunica con nosotros mediante el pensamiento — pensamiento claro, enérgico e intuitivo. Nosotros lo llamamos oración. Mas para Dios es la autoexpresión espontánea — los pensamientos de la Mente comunicándose al hombre. ¿Cuántos de estos pensamientos hemos hecho nuestros, hoy? ¿Y qué hemos hecho con ellos? Basta echar un vistazo a nuestro trabajo del día para saberlo.
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