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Cuando se nos toma como rehenes

Del número de enero de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos de los actos de terrorismo de hoy en día son motivados por el esfuerzo de captar la atención pública, de atraer la atención del mundo hacia aquello que algunos consideran una causa apremiante.

¿Hemos capitulado? ¿Nos hemos rendido, o sea, hemos puesto nuestro asombro, nuestros temores o nuestra indignación al servicio de aquellos que demandan nuestra atención? ¿Estamos, en efecto, permitiendo que se nos tome a nosotros mismos como rehenes?

El liberarnos de tal secuestro ayuda a resolver el problema de secuestros mayores. Una solución permanente para este problema solamente se manifestará comprendiendo lo que es Dios, no aceptando mesméricamente las informaciones negativas presentadas por los medios noticiosos. Hay una sola Mente y esa Mente es Dios. Y el hombre expresa la Mente perpetua, perfecta, que lo sabe todo. La mente mortal es la falacia de que hay muchas mentes — cada una aprisionada en una personalidad mortal.

Prescindiendo de cuán tenazmente los mortales puedan aferrarse a la creencia en una existencia separada de Dios — y sufran por causa de esa creencia — queda en pie el hecho de que Dios es la única Mente. Actuando de acuerdo con la naturaleza de la mente mortal, el terrorista presumiría tener poder, no sólo en términos de los pocos individuos que pueda tener como rehenes, sino también para mesmerizar la opinión pública sumiéndola en un estado de temor o angustia.

La sociedad misma se convierte en el rehén — en la mayor víctima. El pensamiento del público pierde terreno cuando le concede poder a las llamadas fuerzas de la mente mortal. Mas un creciente reconocimiento de lo que es Dios acaba con esta tendencia descarriada. La Verdad nunca transige con la mente mortal. El mal es de por sí impotente y de este modo puede ser enfrentado. Afirmando los hechos científicos de la realidad, o sea, la totalidad y singularidad de la Mente, contribuimos a eliminar la creencia de que el mal tiene poder. La Sra. Eddy explica: “El concepto científico del ser que establece la armonía, no transige con lo finito y lo débil. Socava los cimientos de la mortalidad, de la ley física, rompe sus cadenas, y pone en libertad al cautivo, abriendo las puertas a los que están presos”.Escritos Misceláneos, pág. 101;

Tenemos que romper las cadenas que tratarían de mantener nuestro propio pensamiento cautivo antes de poder ayudar a otros. Posiblemente haya quienes crean que es absurdo el suponer que las convicciones espirituales de unos pocos puedan realmente tener efecto — y para qué decir de un impacto significativo — en las acciones de terroristas y en la protección de sus víctimas. Pero aquellos que practican la curación cristiana han experimentado en sus propias vidas el poder liberador del Amor divino. Han sido testigos del poder transformador y sanador del Cristo. La consciencia del bien es la única consciencia valedera y sustancial. Es completa y pura — jamás maligna o perturbadora.

La Mente es la única consciencia del hombre. A medida que respondemos a la Mente y vigorosamente nos rehusamos a reaccionar a la falsa consciencia del materialismo, nos liberamos de los temores de la mente mortal y contribuimos a la liberación de toda la humanidad. ¿Nos ha tenido alguna vez un miembro de la familia, un vecino, o un compañero de la iglesia, injustamente cautivos, es decir, ha mantenido nuestro pensamiento y atención capturados con acciones erróneas, con pequeños actos de “terrorismo”? ¿Le hemos pagado a la mente mortal como rescate nuestra paz y bienestar? No tenemos por qué perder nuestra libertad y ecuanimidad ante ninguna acción de la mente mortal. Cuanto más fieles seamos sanando situaciones tales en nosotros mismos, tanto más aptos seremos para ayudar a sanar los problemas del mundo.

La Ciencia Cristiana revela los hechos de la perfección allí mismo donde parecen predominar situaciones difíciles. Esta Ciencia explica la compleción del Amor, que es Mente. Revela cómo la confianza en la verdad de la perfección del hombre y la comprensión de la presencia del Amor rompen las cadenas del cautiverio. No tenemos por qué ser cautivos en las garras de circunstancias humanas que pretenden tener poder sobre nuestras vidas — sobre nuestro pensamiento y atención mismos. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud: “El poder de Dios liberta al cautivo. Ningún poder puede resistir al Amor divino”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 224;

El mundo necesita curación desesperadamente. Podemos dejar que nuestras propias vidas den testimonio de Dios. Podemos rehusarnos a permitir que los malos actos de otros capturen y gobiernen nuestros pensamientos y sentimientos. Por el contrario, podemos aprovechar la oportunidad para aplicar las verdades espirituales del ser. Dios ha establecido al hombre como Su eterna expresión. Ésta es la herencia inviolable del hombre. Jamás puede él ser despojado de su identidad espiritual pura y permanente. Al rehusarnos a aceptar que el hombre es un mortal cimentado en la materialidad, sujeto a hacer el mal y a ser víctima del mal, contribuimos a que la humanidad despierte a la perfección.

Si permanecemos firmes en la comprensión de que el Amor mantiene al hombre eternamente a salvo, nuestro pensamiento no será retenido en cautiverio por el comportamiento mortal equivocado y contribuiremos a la protección de los demás. Leemos en Ciencia y Salud: “Dios creó al hombre libre. Pablo dijo: ‘Soy libre de nacimiento.’ Todos los hombres debieran ser libres. ‘Donde estuviere el Espíritu del Señor, allí hay libertad.’ El Amor y la Verdad libertan, pero el mal y el error conducen al cautiverio”.ibid., pág. 227.

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