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Concurrencia de todo el pueblo a una conferencia

Del número de enero de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace casi dos mil años se dio una conferencia en el pórtico de Salomón, afuera del templo de Jerusalén. No se hizo ninguna publicidad previa, sin embargo, fue un rotundo éxito. La Biblia nos dice que “todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos” en esta ocasión y “muchos de los que habían oído la palabra, creyeron”. Hechos 3:11; 4:4;

El conferenciante, el Apóstol Pedro, fue eficientemente apoyado por su colega, Juan, a veces llamado el discípulo amado de Cristo Jesús. Ambos estaban bien preparados gracias a su experiencia personal para trasmitir el mensaje cristiano. Pedro habló elocuentemente del poder sanador del Espíritu divino y explicó que este poder aún estaba presente para sanar. En realidad, acababa de probarlo al sanar a un lisiado y aseguró a sus oyentes que esta curación se había producido por la fe en el Hijo de Dios, Cristo Jesús.

Es posible que no todo el discurso de Pedro haya agradado a la concurrencia. Él les reprochó por haber sido cómplices en la crucifixión de Jesús que hacía poco había ocurrido. Reconocía que había sido su ignorancia lo que los llevó a cometer ese pecado contra Dios, cuyo Hijo era Jesús. Mas los exhortó a que se arrepintieran y después de oír la disertación de Pedro muchos lo hicieron. El hecho debe de haber fortalecido en gran manera la causa del cristianismo en esa época.

La preparación para esta ocasión histórica es un ejemplo para que lo sigamos hoy en día. Consistía únicamente en la curación. Pedro y Juan se vieron ante el hombre cojo de nacimiento a la puerta del templo, quien les pidió limosna material, pero en vez de darle dinero, los dos discípulos le sanaron completamente. A pesar de que nunca había caminado, el hombre “saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. 3:8;

La curación es básica para toda actividad de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y sus filiales. Ciertamente la siguiente moción hecha por la Sra. Eddy, que resultó en la formación de su Iglesia en 1879, lo explica claramente: “Organizar una iglesia destinada a conmemorar la palabra y las obras de nuestro Maestro, la cual habría de restablecer el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de curación”.Manual de La Iglesia Madre, pág. 17.

Aunque la curación física fue tan sólo un producto del ministerio de Cristo Jesús, él la valoró altamente. Su fama como sanador de la enfermedad atrajo a las multitudes a escuchar su mensaje del amor salvador de Dios. Su obra sanadora atraía a un número considerable de concurrentes, y la verdad que él enseñó trajo más y más curación.

La Iglesia Madre, o sus filiales, teniendo como propósito la conmemoración de la palabra y obras del Maestro, sólo pueden estar correctamente establecidas, en cualquier parte, sobre la base de la curación espiritual. Se espera que sus miembros no sólo hayan experimentado el poder del Cristo, la Verdad, en ellos mismos pero que, a su vez, puedan ayudar en cierta medida a otros a liberarse de las discordancias humanas. Por pequeña que sea su comprensión de la ley de Dios, obtenida mediante el estudio de las obras de la Sra. Eddy, incluyendo Ciencia y Salud y el Manual de La Iglesia Madre, ésta los capacita para aplicar las reglas de la curación metafísica en cierto grado.

De acuerdo con los Estatutos del Manual, las conferencias sobre Ciencia Cristiana son auspiciadas por La Iglesia Madre o una de sus filiales, o una organización universitaria de la Ciencia Cristiana. Deben ser disertadas por miembros del Cuerpo de Conferenciantes de La Iglesia Madre — quienes saben, por experiencia, acerca del poder sanador del Cristo que ellos explican. De este modo estos sucesos importantes, cuyo propósito es ilustrar al público, se basan doblemente en el fundamento de la curación por medio del Cristo. Todos los miembros de las iglesias que las auspician, así como los conferenciantes, desempeñan una parte muy importante en su preparación.

En el caso de la charla dada en el pórtico de Salomón, fue Pedro quien habló, pero Juan, habiendo sido testigo junto con Pedro del poder sanador del Cristo, la Verdad, ayudó a que la gente se sintiera inspirada para que fuera a escucharle. Hoy en día, el éxito de una conferencia — el número y la receptividad de sus concurrentes y la curación resultante — se manifestará en proporción a la dedicación de cada miembro de la iglesia (y no solamente de los miembros del comité de conferencias o del conferenciante) al prepararse para ser testigo del elemento sanador del cristianismo primitivo, ahora activo en la consciencia humana.

Es mejor hacer esta preparación para la conferencia durante todo el año y no solamente una semana o un mes antes del día en que se llevará a cabo. Cuando la firme fe en Dios de un miembro de la iglesia, se manifiesta en la curación propia o en la de su prójimo, no pasa desapercibida ni se olvida. Otros que sean receptivos al Cristo observarán la maravilla y se sentirán atraídos a saber más sobre la Ciencia que la produjo. La conferencia proporcionará la oportunidad ideal. Por consiguiente, aquellos que aceptan las ideas que se explicaron, sanan y a su vez podrán sanar a otros.

Ésta es la manera de proceder del Cristo. Jesús sanaba; las multitudes acudían a escucharlo; el resultado era la curación. Sus discípulos sanaron y “todo el pueblo” acudió a escucharles. Y es así hoy en día. Cuando las señales de curación preceden una conferencia de Ciencia Cristiana, la concurrencia siempre será numerosa, y el resultado será la curación.

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