La mayoría de nosotros no queremos seguir atados al sufrimiento y a la infelicidad, y la Ciencia Cristiana nos enseña que no tenemos por qué hacerlo. Podemos reemplazar el sufrimiento y la infelicidad por una percepción nueva e inspirada del hombre como Dios lo creó — completo, sano, libre, feliz, espiritual e intacto.
Tal percepción trae curación. Transforma nuestra vida. Nos restaura todo lo bueno que por derecho nos pertenece. Ésta es la promesa del Cristo, el cual Jesús ejemplificó para toda la humanidad: “Si alguno está en Cristo”, nos dice la Biblia, “nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Cor. 5:17;
La mayoría de nosotros estamos ansiosos de aceptar al Cristo sanador cuando nos sentimos enfermos o desdichados — aunque para ello tengamos que desprendernos de alguna manera de pensar mantenida durante años, como por ejemplo considerar al hombre como un mortal vulnerable. Pero, ¿estamos igualmente dispuestos a aceptar nuevas maneras de pensar y actuar cuando nos sentimos relativamente contentos con nuestra existencia? ¿O nos aferramos encariñados a viejos conceptos resistiéndonos a desprendernos de ellos?
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