Bárbara asistía a un jardín de infantes que estaba en la planta baja del edificio donde vivía con sus padres y hermanos.
Todo estaba bien hasta que un niño tras otro del jardín de infantes comenzaron a faltar. Todos estaban ausentes por la misma enfermedad y varias veces Bárbara escuchó cómo la describían.
Entonces, una mañana se despertó con todos esos síntomas y se sintió tan mal que no quiso levantarse. Su mamá le recordó la oración para los niños pequeños por la Sra. Eddy, la cual Bárbara oraba todas las noches; dice:
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