Saquemos el veneno
que ha sembrado la lengua mordaz
o el pensamiento falaz.
El Amor
es el antídoto del odio.
El amor no es pasivo
— su activa claridad,
más poderosa que el peso de la intelectualidad
o la destreza analítica que brilla en un debate,
renueva y sana.
Un torrente de amor
expulsa el rencor
nos deja intactos,
totalmente protegidos
— radiantes en su pureza y luz.
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