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Lo destructivo no puede distribuirse

Del número de noviembre de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia CristianaChristian Science (crishchan sáiens) es una ley espiritual y científica, la cual, cuando se la comprende, puede aplicarse eficazmente a las situaciones humanas. La verdad divina es que nada que sea destructivo puede distribuirse, y el comprender esta verdad divina influye en la solución de los problemas humanos. Nos da un instrumento poderoso para neutralizar el contrabando de drogas que está causando daño en muchos países.

Mantener abiertos nuestros ojos espirituales puede contribuir de manera singular a neutralizar este tráfico nocivo. Lo que se requiere de nosotros es aguzar nuestra percepción espiritual y usar de continuo esa percepción. Podemos reconocer que el hombre, en realidad, es la idea del Espíritu y que vive en el reino — en la presencia que todo lo abarca — del Espíritu. Ninguna sustancia destructiva, ni ninguna droga que afecte la salud o confunda la mente, pueden ser embarcadas a la presencia de Dios. Los estupefacientes — o las creencias perjudiciales que les sirven de sustento — carecen de origen, puerto de entrada o destino en la jurisdicción del Espíritu y no tienen existencia en el ser infinito de la Mente divina. El Espíritu es el centro y la circunferencia del ser. Su reino no puede ser invadido por el mal.

En el reino de la realidad espiritual, según se le ve en la Ciencia Cristiana, no existe un mercado para el mal ni una red de distribución. El mal es ilícito, y el infalible gobierno divino lo proscribe eternamente con éxito total. En este sentido, ni la sanción de la ley, ni las leyes o su funcionamiento son ineficaces; el Principio omnipotente es el Legislador y quien mantiene la ley en todo el universo.

El mercader despiadado y el comprador vulnerable y engañado son víctimas de concepciones totalmente erróneas acerca del hombre. Podemos contribuir a la disminución del problema del contrabando comprendiendo que la Verdad destruye el error, sea cual fuere su forma. Pero el error nunca puede destruir la Verdad ni lo que procede de la Verdad. El concepto mortal acerca del hombre, dondequiera que parezca admitírsele, afecta la salud, el juicio y la integridad. Sin embargo, no tiene poder alguno. El hombre es la emanación plena de Dios y está gobernado por Dios; no es un ser sujeto a ser tentado por la codicia. El hombre es el resultado del Principio, no un ser expuesto a ser mesmerizado por el dinero y llevado al punto de abandonar su integridad.

El magnetismo animal incluye la pretensión de que el bien es débil o indefenso y que los codiciosos e impíos pueden triunfar sobre el bien. Argüiría que su “sentido común” es sencillamente irresistible. Pero como en todo, aquí también el magnetismo animal yerra. ¿Qué medidas podemos adoptar para exponer su falsedad y derrotarlo? Debemos tornarnos a nuestro territorio mental y examinar cuidadosamente todo lo que intente penetrar en él. El magnetismo animal trataría de entrar de contrabando falsedades destructivas en nuestro pensamiento, disfrazándolas de verdad. Astutamente pretendería sugerir que no hay falsedad en sus pretensiones.

Aplicando honestamente la ley de la infinitud del bien desenmascaramos la astucia mortal. Optando por un enfoque espiritual probamos que el mal no puede encubrirse. La Verdad detecta el error y lo saca de sus escondrijos. Cristo Jesús nos dice que “nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse”. Mateo 10:26; Más aún: la presencia de Dios no puede permanecer oculta. Ésta es la ley del Amor. “El Amor manifiesta un bien maravilloso y descubre el mal escondido”,The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 288; nos dice explícitamente Mary Baker Eddy.

La manifestación del bien es una sencilla forma espiritual de describir la verdadera actividad. La actividad, enfocada desde esta perspectiva metafísica, es incorruptible. El contrabando de estupefacientes ilícitos no es en modo alguno actividad. No tiene negocios en el reino del Espíritu y no existe allí. Saber estas verdades provee un medio para quebrar los eslabones de la cadena de distribución de drogas ilícitas. Debemos admitir que la luz de la Verdad espiritual puede penetrar hasta lo más oscuro, denso y encubierto del pensamiento mortal.

Nuestras afirmaciones de verdades específicas y pertinentes acerca del ser — y las negaciones de errores específicos — pueden contribuir a poner de manifiesto cualquier red hipotética contraria al bien y destruirla. Aunque aplicadas en un contexto bastante distinto, las siguientes palabras de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras son muy apropiadas en este análisis del problema del contrabando. En ese contexto, se presenta una alegoría de una causa judicial, en la cual la Sra. Eddy dice que el abogado defensor, la Ciencia Cristiana, se refiere a Creencia Errónea como “el letrado de Sentido Personal, el cual es consocio del Error e introduce las mercancías del Error de contrabando en el mercado, sin la inspección de los funcionarios del Alma”.Ciencia y Salud, pág. 438. Esta declaración desenmascara debidamente lo que para el sentido humano pareciera estar ocurriendo. Describe la acción hipotética del mal, no la verdad absoluta acerca de la situación. La Ciencia del Cristo muestra fehacientemente que ninguna actuación de la creencia errónea puede realmente ser coronada por el éxito, pues la creencia errónea carece de modus operandi y de lugar para manifestarse en la totalidad del bien divino.

El contrabandista, el traficante y el toxicómano necesitan la curación que la Ciencia Cristiana ofrece. Nosotros podemos participar en esa actividad sanadora. Podemos reconocer y vivir la verdad del ser, que triunfará definitivamente sobre todas las pretensiones de la codicia y del sufrimiento. Las leyes de Dios están establecidas en todas partes y se aplican sin violación alguna en todo tiempo y en todo el universo.

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