La humanidad parece estar sumida en una fiebre de armas nucleares. Las superpotencias han acumulado armas nucleares de gran destructividad. Las naciones más pequeñas también se hallan ahora contendiendo por montar sus propios arsenales, aun cuando las naciones que ya los tienen tratan de restringir a esas naciones pequeñas. Cada año las armas son más letales en poder físico, velocidad y precisión.
En un mundo de sistemas políticos contendientes y de antagonismos sociales y culturales, las naciones piensan que corren grandes riesgos si descuidan sus defensas físicas. Mísiles y otros componentes complicados de arsenal nuclear parecen ser necesarios para preservar la estabilidad mientras permanezca la posibilidad de agresión.
Pero la Ciencia Cristiana ofrece al mundo algo más que confianza en el poder de armamentos físicos, pues revela cuál es el verdadero enemigo y dónde se encuentra la verdadera defensa. Enseña cómo podemos aplicar el poder del Cristo, la Verdad, para destruir los designios del mal de manera que la humanidad gradualmente pierda sus temores y comience a depender menos de arsenales atómicos, hasta que un día éstos puedan ser desmantelados por completo. En esas conocidas palabras del Apóstol Pablo: “Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. 2 Cor. 10:3–5;
He aquí entonces la manera de destruir fortalezas: subordinando todo pensamiento al gobierno del Cristo. ¿Qué argumentos necesitan ser derribados? El odio, la envidia, el resentimiento, la astucia, el fanatismo, la codicia — todas esas fuerzas negativas e inmorales de la mente mortal que tratan de adherirse a la humanidad y que destruirían el bienestar individual y colectivo. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud el sutil desarrollo de los instintos criminales en el pensamiento mortal, y previene contra la apatía de no hacerles frente y destruirlos.
Además de tratar de controlar la carrera de armas — un esfuerzo humano meritorio que, no obstante, está motivado en gran parte por el temor a la autodestrucción — debe hacerse un esfuerzo poderoso, disciplinado y constante por controlar aquellos malos pensamientos en la consciencia humana que, después de todo, son los que dan origen a la competencia de armas. Mediante la oración científica podemos discernir la irrealidad de las influencias ilegítimas del temor y la malicia que pretenden gobernar a la humanidad, y así ayudar a aniquilarlas. Podemos darnos cuenta de que, debido a que el hombre es el hijo de Dios, cada uno de sus actos responde a la voluntad divina.
Sobre todo, debemos comenzar por nosotros mismos. Es vital para la paz universal que detectemos y desarraiguemos de nuestros propios pensamientos y acciones todo impulso voluntarioso o inconsciente de odio, rencor o fanatismo, que añaden a la lista de errores en el mundo. La admonición de la Sra. Eddy es clara sobre este punto: “Los cristianos tienen que tomar las armas contra el error en casa y fuera de ella. Tienen que combatir el pecado en sí mismos y en los demás, y continuar esta lucha hasta que hayan acabado su carrera”.Ciencia y Salud, pág. 29;
Lo que el mundo desesperadamente necesita aprender es que el verdadero poder no reside en las armas de destrucción sino en esas cualidades vigorizantes del Amor divino, que sanan el impulso mismo de recurrir a la guerra. Tiene que percibirse que los mísiles balísticos, bombas atómicas o cualquier proyectil destructivo jamás pueden destruir al hombre que Dios creó. Ni pueden por cierto terminar la existencia material, que la Ciencia revela ser un falso sueño. Sólo la Verdad omnipotente puede hacerlo, porque sólo la Verdad puede penetrar la supuesta sustancia del sueño, y destruirla.
En el Apocalipsis, San Juan provee a la humanidad de valiosa ayuda cuando describe la verdadera batalla como aconteciendo entre las fuerzas del mal, representadas por la serpiente, o “el acusador”, y las fuerzas del bien, simbolizadas por los ángeles. En esta extraordinaria descripción simbólica el diablo es vencido por “la sangre del Cordero”. Apoc. 12:10, 11; En el Glosario de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy define en parte al “Cordero de Dios” como “inocencia y pureza”.Ciencia y Salud, pág. 590; Y en el capítulo “El Apocalipsis” explica la visión del Revelador como simbolizando el método divinamente científico de guerrear con el mal, y la victoria final sobre el mismo.
Para la mente humana, la imagen de un cordero evoca impotencia y desamparo. Sin embargo, la Ciencia enseña que debido a que Dios, el bien, es omnipotente y omnipresente, la bondad pura es poder. En realidad, el único poder. Tales atributos de Dios como amor, pureza e integridad, practicados en la vida diaria, constituyen una ley divina que opera para destruir el pecado en el pensamiento humano. Reformando el carácter profundamente, esta ley mitiga, y eventualmente destruirá, las supuestas fuerzas del error que inducen a los hombres y a las naciones a cometer actos de violencia. A medida que la verdadera naturaleza del hombre a la semejanza del Cristo se vaya haciendo más y más evidente, lo bestial en el carácter individual y nacional se irá desvaneciendo hasta no dejar motivo, meta o impulso maligno alguno. En las palabras de la Sra. Eddy: “Los dardos del fanatismo, la ignorancia y la envidia caen ante un corazón sincero”.ibid., pág. 464; !Cuán alentador es saber que cada pensamiento puro, cada acción honesta, por pequeños que sean, actúan como un antídoto en la carrera de armamentos nucleares!
Por lo tanto, la febril competencia de armas en que se encuentra empeñado el mundo tenemos que verla a la luz cristianamente científica de la verdadera guerra que se lleva a cabo en el reino mental. La batalla es en la consciencia humana, y nuestras únicas armas realmente eficaces son esprituales. ¿Es un MIRV aterrador por su potencial destructivo? ¿Qué es más potente que el designio del Amor divino? ¿Es un mísil de crucero impresionante por su exactitud? ¿Qué es más preciso que el Principio fijo que opera por medio de la inexorable ley del bien? ¿Es un ICBM terrible por su velocidad? ¿Qué es más dinámico e instantáneamente eficaz que un pensamiento espiritualmente impulsado? La Biblia dice: “La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos”. Hebr. 4:12.
Mientras los gobiernos humanos se esfuerzan por encontrar medios para reducir la amenaza de una catástrofe nuclear, los Científicos Cristianos pueden utilizar el arma todopoderosa de la purificación moral y espiritual para romper el sueño mortal en el que la guerra parece ser posible. Y, así, comenzando con pruebas en sus propias vidas individualmente, ven evidencias de que una completa comprensión de lo que es Dios culminará por cierto en la paz universal.